Además, el desinterés del Ejecutivo por los comicios permitió una cierta autonomía del sistema electoral, aunque el régimen continuaba a tomar el control poco a poco, siendo los inicios de la injerencia de la dictadura fujimorista en la organización electoral.
[1] Los representantes del sistema partidario dominante en la década de 1980 (Acción Popular, el Partido Popular Cristiano, el Partido Aprista Peruano e Izquierda Unida) mantenían todavía una organización a nivel nacional que les permitió presentar candidatos a lo largo del territorio de la República.
Sin embargo, su influencia se fue diluyendo frente a la inmensa cantidad de movimientos independientes que surgieron en todo el país.
Estos actos de terror tuvieron un impacto significativo en el clima electoral y la participación ciudadana.
Esta confusión subraya la ineficacia del sistema electoral y la presencia de un gobierno que no actuaba con neutralidad.