Encierros de Pamplona

En aras a evitar la dispersión de la manada, se cerraban bocacalles y se vallaban espacios amplios desde los cuales los vecinos «hostigaban a la reses gritando», pinchándoles, etc. Con el tiempo esta agresividad se fue mesurando para evitar que llegara «el ganado estropeado a consecuencia del encierro.»[5]​ El traslado de toros desde las dehesas de crianzas ha sido históricamente una cuestión bastante documentada.

[10]​ En la época, «pastores, astados, hierbas y aguas, costaban abundantes ducados al ayuntamiento pamplonés, quien sin escatimar estipendios disponía las cosas para no malgastar tiempo y dinero» haciendo que este proceso durara escasos días.

[11]​ Con la llegada del siglo decimonónico, la plaza del Castillo muestra dificultades para su uso taurino ya que, durante dos meses, quedaba cerrada al uso de los vecinos de una ciudad encerrada tras un recinto amurallado sin apenas espacios públicos.

Aún, hasta 1855, se continuó entrando por el Portal de San Nicolás.

Este traslado, al caer el día, se realiza sin corredores, salvo los pastores, aunque con la presencia de numerosos espectadores que deben mantener un riguroso y obligado silencio para no alterar al ganado.

También, a diferencia del encierro, son toques de clarín, no cohetes, los indicadores acústicos que alerta a todo el mundo, participante y observante, de que se inicia y finaliza el traslado bovino.

[25]​[26]​[27]​ En rigor, la duración del encierro viene marcada por sendos cohetes lanzados antes y después, en función de que toda la manada esté ya dentro de los corrales, especialmente al final del recorrido.

[28]​ Pero durante el encierro también se disparan otros cohetes por lo que resulta imprescindible llevar la cuenta para entender la naturaleza del aviso implícito a su explosión.

Igualmente, la finalización del encierro la marca el cohete lanzado desde los corrales del coso taurino con la misma finalidad, avisar a la población de que las reses bravas ya están recogidas y es segura la circulación por su recorrido.

Todo el trayecto tiene instalado un vallado (o dos) para evitar la salida del recorrido de la manada, especialmente en espacios abiertos y en bocacalles.

Se cuenta con una brigada de carpinteros de unos 40 miembros que abren y cierran a diario los tramos que impiden la circulación y el tránsito tanto peatonal como rodada.

Antes de ello se cerraban las bocacalles con palios o mantas colgadas como un telón.

Fue en 1941 cuando se empezó a instalar motivado por los incidentes de 1939 cuando un toro (llamado Liebrero) rompió el vallado (único entonces) y se salió del encierro corneando gravemente a una señora.

[36]​ Pero también deben considerarse a los pastores que, en riguroso turno, van participando durante todo el trayecto con la finalidad de evitar, principalmente, que las reses se vuelvan sobre sus pasos generando graves riesgos para los participantes.

No faltan corredores inexpertos que, desde las traseras de los toros, azuzan a los mismos provocando esta situación.

Son elemento esencial y su actitud coadyuva a una celebración del evento totalmente festiva, o no.

El encierro por la Calle Estafeta (Pamplona). Típica estampa con la manada taurina (toros y cabestros) rodeada de participantes (llamados popularmente mozos o mozas ): « Por la Estafeta corre el encierro, enfilando el callejón, mira que el toro viene ligero y te engancha el pantalón. ¡Mozo corre más que te va a coger el toro! ¡Mozo corre más que si no, te pillará! » (una actualización generalista del himno de la Peña Los de Bronce , que sustituye "mozo" por "Bronce"). [ 3 ]
Detalle del Plano de Pamplona de 1882, elaborado por Dionisio Casañal y Zapatero donde se muestra la ubicación de la plaza de toros vieja (abajo, a la derecha), y el Portal de San Nicolás (más abajo y más a la izquierda de la plaza).
Corrida en la antigua plaza de toros. Foto de Julio Altadill .
Las ferias y el recorrido del encierro hasta la entrada de la nueva plaza de toros. Foto de José Belzunce González. Al fondo se observa el Palacio de Navarra (se observa la secuoya a la izquierda y el edificio antiguo del Archivo de Navarra ) y el antiguo Teatro Gayarre antes del cambio de su ubicación, cerrando aún la cara sur de la Plaza del Castillo.
La Cuesta de Santo Domingo es uno de los tramos de la carrera, muy conocido por los cánticos al santo antes de los encierros.
Pintura al óleo de Claude Buckle que muestra los encierros de Pamplona. La instantánea muestra el momento de la entrada de la plaza de toros, al final del encierro, con toros y gente mezclada.
Exterior de la Plaza de Toros de Pamplona. En primer plano, la puerta del callejón, por donde entran los corredores y toros en los encierros y meta de la carrera.
En la imagen se observan a parte de la manada (un toro royo y un cabestro) con un mozo (participante o corredor) buscando su hueco delante de los astados.
Es habitual, y necesaria, durante los Sanfermines la intervención de los voluntarios de Cruz Roja Navarra junto a la Policía Municipal de Pamplona .
Hornacina de la Cuesta de Santo Domingo con una imagen del santo patrón, San Fermín, ante el cual se canta tres veces durante los cinco minutos anteriores al encierro.