Kristina había tenido anteriormente un hijo con Sigurd Munn y Erling se ocupó de que su hijastro fuera decapitado para evitar una competencia directa con Magnus.
Al regresar Erling a Noruega para combatir la insurgencia, fue atacado por los hombres de Olav en Rydjokul (Sørum), donde recibió severas heridas y apenas consiguió escapar.
El rey Sverre honró a su oponente caído en el campo de batalla con un discurso durante su funeral.
Sus enemigos fueron despiadados, sobre todo en lo que se refiere a su posición y las reivindicaciones de sus hijos.
[4][5] Cuando Snorri Sturluson escribió Heimskringla, Erling y su hijo todavía gobernaban Noruega.