A finales del siglo XIX, el apeadero tuvo cierta relevancia histórica, vinculada a la notoriedad pública de algunos de los vecinos que habitaban en la citada zona residencial.
Es el caso del torero Salvador Sánchez Frascuelo, residente en el lugar desde 1890, a quien la infanta Isabel de Borbón y Borbón La Chata visitaba, mandando detener el tren con tal motivo.
En 1999, la estación fue completamente reformada y ampliada, si bien se conservó parte de la estructura original, hoy integrada en el vestíbulo.
Con la remodelación, fue restaurada una caseta metálica del siglo XIX, que albergaba los mandos de paso a nivel y enclavamiento.
Los trenes regionales de Renfe unen la localidad con Madrid, Ávila y Segovia.