[14]: p241 [18][19] Según Johnston, C. lepophagus tenía un cráneo y esqueleto más esbeltos que los del coyote moderno.
[14]: p241 [15]: 82 [23][24] Se parecía a C. rufus en el tamaño y proporciones del cráneo, pero con dentadura más compleja.
[18]: p27 Nowak se mostró en desacuerdo con esta interpretación y opinaba que C. priscolatrans estaba relacionado con el C. etruscus.
Otra población de C. mosbachensis permaneció en Eurasia donde se convirtió en C. lupus, que finalmente invadió Norteamérica.
Propusieron que la progresión de Eucyon davisi a C lepophagus al coyote fue por evolución linear.
[15][22] Wang y Tedford dataron los restos más antiguos de C. lupus en ochocientos mil años, (mediados del Pleistoceno)[21]: 5 y que los ejemplares similares a los lobos modernos[21]: p150 formaban parte de la fauna Olioriana (a inicios del Pleistoceno medio en Siberia) y la fauna del sumidero Cripple Creek en Alaska, lo que apunta al origen de estos lobos en Beringia.
[21]: p181 En 2012, un estudio dirigido por Xiaoming Wang sobre las antiguas especies Canis en China concluyó que estas eran semejantes a C. lupus en dimensiones postcraneales y dentales, excepto por C. variabilis, descrito como «extraño» por sus dimensiones craneodentales menores que las de otras especies anteriores y posteriores.
[58] En 2015 un zooarqueólogo declaró que "En términos de fenotipos, perros y lobos son fundamentalmente animales diferentes.
[62] Muchos autores han llegado a la conclusión de que en comparación con el lobo adulto existente, el perro doméstico adulto tiene un rostro (parte frontal del cráneo) relativamente reducido, un hueso frontal elevado, un paladar más amplio, un cráneo amplio, y dientes más pequeños (Hildebrand1954; Clutton- Brock, Corbet y Hills, 1976; Olsen 1985; Wayne 1986; Hemmer 1990; Morey 1990).
[52] En comparación con el lobo, la dentición del perro es relativamente menos robusta (Olsen 1985; Hemmer 1990), lo que se explica como una relajación de la selección natural cuando los lobos cambiaron de dieta tras su domesticación, o por selección artificial (Olsen 1985; Clutton-Brock 1995).
Por lo tanto, puede ser el caso que el hueso timpánico del perro haya conservado su forma ancestral.
[65][71][72] Las mutaciones que son diferentes en estas secuencias del genoma de cuatro cánidos se han numerado y resaltado.
[81] Los cánidos similares a lobos son un grupo de grandes carnívoros genéticamente relacionados con 78 cromosomas.
[65]: p279 [83] Los miembros del género Canis pueden potencialmente cruzarse[75], y hay pruebas de que el lobo etíope se ha hibridado con los perros.
[87] Tampoco se han encontrado indicios de hibridación del raro chacal rayado lateral.
Les siguen por afinidad el coyote, el chacal dorado y el lobo etíope, especies con las que el perro puede hibridarse en la naturaleza.
El haplogrupo 1 forma un clado monofilético, es decir, todos los haplotipos tienen la misma mutación heredada de un único ancestro femenino.
Todos los otros haplotipos son basales, y forman dos o tres clados menores asignados al haplogrupo 2 (no monofilético).
En Asia, solo cuatro haplotipos se han identificado como pertenecientes a este haplogrupo, y dos de ellos habitan en el Oriente Próximo.
[58][103] En 2016 se llevó a cabo un nuevo estudio, motivado por las críticas de que los análisis anteriores no contaban con la suficiente resolución o cobertura geográfica y no incluían suficientes muestras provenientes de Rusia, China y el Medio Oriente.
[9] En el mismo año, se descubrió que solo once genes fijos exhibían variaciones entre lobos y perros.
Se cree que estos genes afectan a la docilidad y la capacidad de procesamiento emocional.
[123] Otro estudio listó los haplotipos mitocondriales de todos los lobos grises y perros combinados en un solo árbol filogenético.
Los análisis bioinformáticos llevados a cabo con esta información revelaron un patrón migratorio unidireccional desde las zonas de Eurasia oriental, como Siberia, hacia el extremo occidental del continente.
Sin embargo, el reemplazo poblacional parece no haber sido completo, pues la ascendencia profunda europea prevalece en el genoma de los cánidos actuales.
Por otra parte, no parece existir ascendencia profunda en los actuales cánidos presentes en Norteamérica, pero sí remanentes genómicos procedentes del coyote.
La separación del perro y lobo no tuvo que coincidir necesariamente con la cría selectiva por los seres humanos.
Dada la posición del haplotipo S805 en el árbol filogenético, esto puede representar un enlace potencialmente directo desde el progenitor (incluyendo Canis c.f.
El C. lupus del Pleistoceno en Gran Bretaña tenía una gran plasticidad craneodental, que lo habilitaba para aplastar, cortar carne y comer huesos en respuesta a los cambios en la dieta a través del tiempo causados por diferentes condiciones climáticas y ecológicas.
Estos cambios se dieron no solo a nivel local, sino de toda la especie.