Fue el inventor del «Heliaks» (Helico Axial Machine), una máquina trilladora helicoaxial, si bien es por su papel como diplomático, ya pasados los sesenta años de edad, por lo que se le recuerda.
Según su versión, Carrillo y el general Miaja afirmaron no saber nada al respecto.
Pese a prometer investigarlo, dichas sacas se siguieron sucediendo en los días posteriores.
También se ha publicado su autobiografía Ein Schwabe in Spanien, Hohenheim 2006, no traducida al español, donde proporciona información de gran interés.
Narra por ejemplo su entrevista con Franco por la que se establece un intercambio de prisioneros entre los dos bandos en lucha.
El secretario general del Cuerpo Diplomático Extranjero en Madrid durante la guerra civil española, Henry Helfant[6] lo consideró en su libro La doctrina Trujillo del asilo diplomático humanitario publicado en 1947 como pronazi y partidario de los rebeldes franquistas.
[8] Sin embargo, aunque sus ideas conservadoras y su simpatía por el bando nacional quedan claras en su libro, y la lectura de éste transmite un latente antisemitismo nada extraño en la época en que fue escrito,[9][nota 1] no hay prueba alguna de que fuera nacionalsocialista.
[15] Schlayer defiende el orden social frente al desorden que, a su juicio, vivía España desde los primeros años de la República.
Su toma de postura contraria al bando republicano se debe probablemente a sus ideas profundamente antimarxistas y se hace bien explícita en el final, al partir con su mujer desde el puerto de Valencia: «Finalizaba para nosotros la pesadilla roja».
Sin embargo, sus críticas al Frente Popular no le convierten automáticamente en fascista o filonazi: hubo republicanos y demócratas convencidos, como Manuel Chaves Nogales, que denunciaron las atrocidades del Frente Popular y de las milicias en parecidos términos.
Sin embargo, de existir tal filiación, no ha podido comprobarse con hechos fehacientes.
Sí son reconocidas por todos sus intervenciones humanitarias —que incluyen también la visita a hospitales con heridos del bando republicano, de lo cual hay constancia fotográfica—[21] y que actuó siempre coordinado con el delegado de la Cruz Roja y con el Cuerpo Diplomático —que en septiembre de 1936 amenazó con abandonar Madrid en bloque si no se les permitía continuar con su labor humanitaria—.
También se sumaron los historiadores Stanley Payne y Ricardo de la Cierva —hijo del abogado de la embajada noruega, asesinado en Paracuellos— y el periodista Alfonso Ussía —nieto del dramaturgo Pedro Muñoz Seca, igualmente asesinado en Paracuellos—.