Flora López Castrillo

Flora López Castrillo en este caso apareció como profesora y entre las tres hermanas pagaban un alquiler anual de 1200 pesetas.

Con todo, Flora López Castrillo destacó además como pintora marinista, abrazando ambos géneros desde hábitos apegados a la tradición académica.

En esta época coincidió con las alumnas Matilde González Guerrero o Sara Ruiz Albéniz.

En ella advertían sobre las condiciones lamentables en las que se encontraba la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado.

La presencia de la mujer artista en los certámenes públicos aumenta considerablemente durante las últimas décadas del siglo XIX.

[24]​ Por otra parte, las mujeres debidamente instruidas, nacidas en un seno familiar culto y cosmopolita, se posicionaban como las candidatas idóneas para alcanzar sus objetivos artísticos.

Capacidades que eran desveladas cuando se trataba de la familia, convirtiéndose, sin apenas darse cuenta, en un ángel del hogar.

Su destino final se entendía en el contexto maternal, procreando y cuidando de sus hijos, a la par que complacía los deseos del marido.

Una mujer jamás debía desviarse de este tortuoso camino, si lo hiciera sería el blanco de muchos comentarios ofensivos que afectarían por completo a su categoría social y, por consiguiente, a la prudencia que obligatoriamente debía guardar toda señora y señorita, llegando al extremo de ocultar, o incluso, renunciar, a las artes.

Tanto Brockmann como Bañuelos adquirieron una formación complementaria internacional, donde la primera recibiría una exquisita educación en Roma con Mariano Benlliure y Joaquín Sorolla.

[24]​ Estas oportunidades les brindan la posibilidad de ser alumnas aventajadas, adelantando en conocimientos y técnica a sus compañeras españolas matriculadas en la escuela pública, las cuales tenían prácticamente prohibido asistir a clases de Anatomía Artística y Dibujo al Natural, situación que se prolongó al menos hasta finales del siglo XIX, desplazándolas a la práctica artística del bodegón, el retrato o el paisaje, considerados géneros menores.

Es decir, todos estos impedimentos impuestos a la mujer, fomentaban tanto la discriminación y jerarquización en el ámbito profesional, como la sexualización del propio género femenino.

[25]​ Con todo, el porcentaje de artistas españolas que entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, podían permitirse viajar al extranjero o salir de su propia ciudad era bastante escaso.

Esto provocaría que muchas de estas artistas no encontrara inspiración suficiente o, simplemente, no llegara a interiorizar ciertas experiencias necesarias para poder ampliar los límites de su pensamiento y obra.

Sumergida en la pintura de historia, sus obras tienen una cuidada composición, dedicando gran atención a los pequeños detalles, desplegando así cierta factura preciosista.

Los matices azulados, grises y rosados surgen como una marca de singularidad en sus proyectos, donde la figura humana continuará siendo la protagonista, así como la utilización de atrevidos contrastes y su buen sentido en la composición, la sitúan, junto a Antonio Muñoz Degrain, en la vanguardia del paisajismo español.

Muñoz Degrain, refiriéndose a su más querida amiga y discípula, en una entrevista publicada en La Correspondencia de Valencia comenta lo siguiente: En la Exposición de 1912 obtuvo una tercera medalla por su cuadro Galatea, inspirado en un poema del celebrado valenciano Gil Polo, que floreció ya mediado el siglo XVI.

Resultan curiosas las semejanzas observadas entre dos obras de etapas tan dispares, si bien es cierto que Flora López Castrillo no refleja inmediatez en sus trazos, como lo hiciera su compañero impresionista, utiliza pigmentos que se asemejan bastante a los elegidos por Monet, donde rosas, grises, azules, blancos y negros, captan un paisaje de tenue neblina, que abraza todo el lienzo.

[31]​ Junto a las figuras protagonistas, una jábega alumbrada por tres pequeños faroles alcanza la arena.

Entre tanto, una luna dorada, casi divina, colorea las nubes y la superficie del manso río, así como a las pequeñas figuras femeninas que disfrutan relajadas.

[33]​ En el año 1922 Flora López Castrillo realiza la obra Vista de Orense al atardecer.

Título: Marina ; Artista: Flora López Castrillo; Técnica: Óleo sobre lienzo; Dimensiones: 98,5 cm x170,3 cm.