En los primeros años, María África Ibarra Oroz y Paulina Junquera dirigieron el Gabinete.
Sin embargo, entre 1945 y 1951, también colaboraron, de forma más o menos ocasional, Francisco Cervera, miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos; Luis García Ejarque, jefe del Servicio Nacional de Lectura; Molina Sánchez; y Manuel Carrión Gútiez.
Para cumplir las dos primeras labores, crearon los catálogos críticos, en los que la apreciación creativa y literaria queda subyugada a una línea religiosa y moral definida por el marco ideológico de Acción Católica.
[5] En unos años en que hubo una reducida creación literaria para niños, a consecuencia de la reciente Guerra Civil Española, se decidió «expurgar gran parte de las ediciones anteriores a 1936»,[2] recurriendo, en muchos casos, a ediciones latinoamericanas, especialmente argentinas, así como aquellas que iban publicándose en esos años.
Para la elaboración de los catálogos críticos, se juzgaban los libros según su idoneidad en los siguientes parámetros, por este orden: el aspecto religioso, el moral, el patriótico, el literario y el artístico.
Se organizan los temas religiosos y morales según los años del infante.
Según el catálogo, era «etapa difícil para las niñas, por su tendencia al sentimentalismo»,[2] por ello recomendaban las biografías, la novela policíaca infantil y algunas traducciones de «ambiente no católico».