[3] Todo este espacio se enmarca en la macroestructura del Macizo Galaico-Leonés, que cierra a la provincia por el oeste y la separa de las penillanuras gallegas.
Por su parte, la red fluvial se encajó a través de fallas longitudinales y transversales.
En el sector central, los cursos del Bernesga, Torío, Curueño y Porma han dado lugar a valles transversales, de disposición norte-sur, formando hoces como las de Vegacervera y Curueño.
En esta zona, además, el modelado kárstico nos ha dejado formas como las cuevas de Valporquero y Llamazares.
[13] En cuanto al modelado, destacan los efectos del glaciarismo en las cumbres más altas (cresterías, neveros, circos glaciares), las formas kársticas, gargantas y hoces de paredes casi verticales, dolinas, simas y la existencia de pequeñas cuencas intramontanas.
Los ríos que descienden de la cordillera Cantábrica y el Macizo Galaico-Leonés se han encajado en tales depósitos, formando amplios valles entre los que destacan los interfluvios, relieves planos y elevados —900-1100 m— conocidos como páramos de rañas o chanas.
[17] Otra parte de la planicie está formada por las riberas de los ríos, que en la zona sur forman fértiles vegas, y entre los distintos interfluvios destaca el Páramo Leonés, comprendido entre los ríos Esla y Órbigo.
[18] Por su parte, en la zona meridional, los materiales predominantes son arcillas y arenas, sobre los cuales la erosión ha formado amplios valles con interfluvios que apenas destacan,[17] conformando la llanura, suavemente ondulada, de Tierra de Campos.
[19] Los numerosos cursos de agua que discurren por la provincia nacen en el territorio de la misma, no recibiendo aguas desde ninguna otra provincia, y, excepto unos pocos que van al Cantábrico, todos los demás convergen en los ríos Esla y Sil, que desaguan en el Duero y Miño respectivamente.
[20] Por tanto, los ríos de la provincia corresponden a tres cuencas hidrográficas: Cantábrico, Miño-Sil y Duero.
[25] La fuerte capacidad erosiva de los ríos sobre los materiales, generalmente resistentes, ha provocado la formación de valles profundos, estrechos y pendientes, que únicamente se abren al recorrer las depresiones intramontañosas.
Con el paso del tiempo se formó una barrera, embalsando el agua y dando origen al lago.
[34] Las temperaturas, en general, son frías,[35] especialmente en las zonas montañosas, debido a la elevada altitud media y a la abundancia de heladas, que se extienden desde noviembre hasta mayo, aunque hay zonas, como los valles bercianos, mejor aclimatadas.
Las elevadas temperaturas diurnas se suavizan por la noche, por lo que la oscilación térmica alcanza valores entre 12 y 20 grados.