Los límites exactos en la región chaqueña entre la Argentina y Paraguay quedaron fijados por el Laudo arbitral del presidente estadounidense Rutherford Hayes en 1878.
En 1895 se fijaron los límites con Brasil en la zona de Misiones, por el Laudo del presidente estadounidense Grover Cleveland.
En 1902, el canciller del segundo gobierno de Julio Argentino Roca, el Dr. Luis María Drago, tuvo una destacada actuación defendiendo la soberanía latinoamericana frente al bloqueo marítimo contra Venezuela ejercido por Gran Bretaña, Alemania e Italia como castigo por las deudas que Venezuela tenía con esos países, y que el presidente Cipriano Castro se negaba a pagar.
El canciller argentino enunció entonces como protesta la Doctrina Drago, según la cual ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera.
En la respuesta, Gran Bretaña anunciaba que se reservaba el derecho de volver a capturar cualquier buque argentino en similares circunstancias.
Hostil a la hegemonía creciente de los Estados Unidos desde el fin del siglo XIX reforzó su posición neutral.
Cuando submarinos alemanes hundieron el carguero Toro, cerca de Gibraltar, y el mercante Monte Protegido, los diputados socialistas votaron en el Congreso para que la Argentina entrase en guerra, pero Yrigoyen se mantuvo inflexible.
En ese momento el Ejército Argentino era altamente germanófilo, influencia que había crecido desde fines del siglo XIX y precedía a ambas guerras mundiales.
No implicó un rechazo a la democracia sino más bien una admiración por la historia militar alemana, que combinada con un intenso nacionalismo argentino influyó en la postura tomada por el ejército hacia la guerra: mantener la neutralidad.
Los principales partidos políticos, periódicos e intelectuales apoyaron a los aliados, pero el presidente Ramón Castillo mantuvo la neutralidad.
Una interpretación similar considera en cambio que Castillo simplemente no tenía poder para ir en contra de los deseos del ejército, y si declaraba la guerra sería depuesto en un golpe militar.
Esta interpretación, sin embargo, no explica las constantes peticiones para declarar guerra por parte de las facciones anglófilas.
El gobierno mantuvo discusiones diplomáticas con Estados Unidos, en las que Argentina solicitó aviones, combustible, buques y tecnología militar.
Pero existía oposición dentro del Ejército y la opinión pública se encontraba dividida en torno a declarar la guerra o no.
La guardia nacional panameña descubre intentos para asesinar a Perón en los últimos dos meses de 1955, pero fueron frustrados y deportados los mercenarios, lo que originó una grave crisis diplomática con Argentina.
En el mismo se conciliaron las posiciones pretendidas por ambas repúblicas: que el límite corra por el thalweg o vaguada del río (postura preferida por Argentina)[55][56] o por la línea media (postura preferida por Uruguay),[57][58] llegándose a una solución de carácter mixto, mediante el cual se contemplaron las características del cuerpo acuático y a la vez que el mismo lograse satisfacer las máximas aspiraciones posibles de los dos estados nacionales fronterizos.
La petrolera estatal sólo ocupó las áreas entregadas a Cities Service y Pan American Argentina Oil Company.
[63] Como consecuencia, YPF perdió el autoabastecimiento, y además la producción petrolera en 1965 fue inferior a la del año anterior.
[62] En 1987 el presidente Raúl Alfonsín reconoció públicamente como un «error histórico» la anulación de los tratos petroleros hechos por Frondizi.[63].
El entonces canciller Miguel Ángel Zavala Ortiz y el representante argentino ante las Naciones Unidas (y luego nombrado por Illia embajador ante la Unión Soviética), Lucio García del Solar, fueron los principales gestores de la resolución,[70] junto con Bonifacio del Carril, nombrado embajador extraordinario por Illia.
Quedó así planteada en Naciones Unidas una doctrina que pronto sería retomada por España para su reclamación territorial sobre Gibraltar.
[75] En cuanto al plano ideológico, el Gobierno era afín a los Estados anticomunistas y que sostuvieran la doctrina de la seguridad nacional, como la dictadura militar en Brasil.
El compromiso fue suscripto po los representantes de los tres países involucrados: Joseph Godber por el Reino Unido, Álvaro Bunster por Chile, y Gustavo Martínez Zuviría por la Argentina.
[79] También en enero de 1974, Perón envió a su Ministro de Bienestar Social, José López Rega, en una misión diplomática a Libia, en donde se entrevistó con Muammar al-Gaddafi, con quien Perón compartía una afinidad ideológica, cercana al nasserismo y al tercermundismo.
Ninguno de los dictadores argentinos dio solución al conflicto, desatado con el desconocimiento del laudo arbitral.
Recién en 1984, el presidente Raúl Alfonsín, elegido democráticamente en 1983, reconoció lo resuelto por la mediación del papa Juan Pablo II, poniendo fin así al conflicto con Chile.
La Organización de las Naciones Unidas continúa llamando al diálogo a ambas partes, por considerar los tres archipiélagos con sus aguas circundantes como territorios disputados.
Si bien actualmente las causas judiciales siguen abiertas, las principales sospechas apuntan hacia grupos extremistas islámicos que habrían estado motivados por la participación argentina en la mencionada guerra del golfo.
Esto se dio en un encuentro entre Milei y Wu Weihua, enviado de XI a la asunción presidencial.
[132] En su discurso ante un auditorio a la mitad de su capacidad, destacó que «Socialistas, conservadores, comunistas, fascistas, nazis, social-demócratas, centristas.