George Edward Moore

Moore odiaba su nombre de pila, George Edward, y jamás lo usó, firmando sus artículos con las iniciales "G.E.".

Tras graduarse en 1896, Moore dedicó dos años a preparar una disertación con la que fue elegido fellow del Trinity College en 1898.

Este primer fellowship, que no conllevaba carga lectiva, le permitió dedicarse de lleno a escribir y en 1903 publicó su obra más importante, Principia Ethica.

En 1904, al expirar su fellowship, Trinity no le ofreció plaza docente alguna y Moore abandonó Cambridge.

Vivió los siguientes 7 años en Edimburgo de una herencia y se dedicó a escribir filosofía, revisando sus ideas sobre ética.

[7]​ Moore es conocido por su defensa del antinaturalismo ético, su énfasis en el sentido común en el método filosófico y la paradoja que lleva su nombre.

En primer lugar, implica análisis, es decir, el intento de clarificar las proposiciones enigmáticas, o conceptos, mediante apuntes de proposiciones menos enigmáticas o conceptos que debían ser equivalentes, según la lógica, a los originales.

Moore impulsó la filosofía analítica siendo lo más claro posible en sus escritos, usando un "análisis conceptual" y lanzando un ataque al idealismo, pensamiento dominante en la mayoría de universidades, especialmente en Francia y Alemania, representantes de la filosofía continental.

[12]​ Aunque era empirista, rechazaba profundamente el escepticismo que a menudo lo acompañaba y defendía en cambio el "sentido común".

La bondad es evidente, sin duda, razonaba Moore, en aquellas experiencias como la amistad y el placer estético.

Tumba del filósofo G.E. Moore, en Ascension Parish Burial Ground