Historia de la Unión Soviética (1953-1985), este artículo trata sobre la historia de la URSS entre dos años que marcaron, cada uno por su parte, un hito trascendental: por un lado, la muerte del líder supremo Iósif Stalin en 1953, y la relativa liberalización o "deshielo" que tuvo como consecuencia, y por el otro, el ascenso del último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov.
La Guerra Fría (llamada eufemísticamente coexistencia pacífica por Nikita Jrushchov) continuaba su curso, mientras que tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos intentaban indirectamente inmiscuirse en la esfera de influencia (o "patio trasero") del otro.
No obstante, durante el período inmediatamente posterior a Stalin, la figura central era la antigua cabeza del represivo aparato de seguridad, Lavrenti Beria.
En el período posterior a Beria, Nikita Jrushchov, rápidamente emergió como la figura clave y dominante.
Durante el corto período de liderazgo colegiado o colectivo, Jruschov rápidamente fue elevando su posición.
En ese nuevo ambiente, algunas críticas sutiles o tibias a la sociedad soviética (e indirectamente, al régimen político-económico) eran toleradas, y los artistas a partir de ese momento ya no siempre precisaban de la aprobación oficial explícita (aunque, caro está, en la URSS esta última seguía siendo muy deseable).
Miles resultaron heridos, y unos 250.000 refugiados lograron huir hacia Occidente a través de la frontera austríaca.
Jrushchov fue lo suficientemente hábil como para superar a sus rivales estalinistas (comenzando por Lavrenti Beria), pero sin embargo, era considerado por sus enemigos políticos (en especial por la entonces emergente nueva casta de tecnócratas profesionales), como un “campesino” aburrido, que solía interrumpir e insultar a sus rivales (como sucedió, ante la opinión pública neoyorquina e internacional, durante el histórico incidente del zapato) que protagonizase ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en octubre de 1960).
Esta política demostró ser personalmente controvertida, al desplazar a figuras clave dentro del establishment militar soviético y culminaren en el fiasco (para los soviéticos) de la Crisis de los misiles cubanos (llamada Crisis del Caribe en la URSS y en la actual Rusia post-comunista).
No obstante, luego de la crisis berlinesa y cubana, las tensiones ideológico-militares entre ambas superpotencias fueron paulatinamente disminuyendo.
Jrushchov sería apartado de la vida pública, y finalmente murió en 1971, ante el menosprecio oficial.
Al respecto, durante su entierro, su hijo Serguéi Jrushchov diría que “En los últimos días los diarios de todo el mundo, con raras excepciones, hablaron sobre esto”, en referencia a la muerte y el legado de su padre Nikita Jrushchov.
Eso de “raras excepciones” era una crítica indirecta a la prensa oficial soviética,[2] en particular al periódico Pravda (“Verdad”, órgano del PCUS) y, eventualmente al diario Izvestia (“Noticias”), los cuales solo se habían limitado a decir, dos días después de su fallecimiento que “había muerto el jubilado Jrushchov”.
No obstante, unos pocos años después, las reformas político-económicas se detuvieron en gran medida, degenerando en un largo o crónico estancamiento (застой, transliterado como zastoy), que es como hoy es conocido por los historiadores, tanto rusos como occidentales, dicho período de la historia soviética.
Sus metas, en teoría dirigidas a incrementar la base industrial del país, consistieron en intentar realizar un “crecimiento extensivo” en grandes regiones geográficas, en parte mediante la movilización de recursos.
Los administradores obtenían estos interesantes beneficios cuando sobrepasaban las metas estipuladas por sus respectivos planes, pero cuando las superaban excepcionalmente, lo más común era que solo vieran nuevas y aún mayores “cifras de control” establecidas o estipuladas para el siguiente plan.
Así que, como reza el dicho “hecha la ley, hecha la trampa” varios directivos soviéticos a menudo se solían sentir demasiado tentados a satisfacer tan solo el aspecto cuantitativo', dejando muy rezagado al cualitativo.
Además, a nivel empresarial, faltaban incentivos para la investigación en nuevas tecnologías que redundasen en menores costos de producción por unidad fabricada.
Debido a que el rublo no era una moneda convertible y a que las estadísticas oficiales soviéticas no eran públicas (y estaban sutilmente falseadas), era muy difícil calcular el tamaño de la economía de la URSS.
Además, se buscó que las empresas generasen ganancias, permitiendo poner una proporción o un porcentaje de ellas en sus propios fondos.
Para mantener su férreo dominio sobre la industria, los planificadores solían emitir instrucciones a veces excesivamente detalladas que retardaban las necesarias reformas, por lo que solían limitar severamente -y hasta impedir- la necesaria libertad de acción mínima por parte de las fábricas estatales.
En 1980, un nuevo movimiento reformista en la militantemente católica Polonia, denominado Solidarność (“Solidaridad”), fue temporalmente ilegalizado y suprimido, cuando el líder comunista, Wojciech Jaruzelski, declaró la ley marcial, temiendo que las continuas protestas que estaba dirigiendo el combativo sindicato pudiesen desencadenar una intervención militar soviética a la checoslovaca de 1968.
No obstante, Solidarność logró sobrevivir clandestinamente durante ese año, y continuó socavando la influencia soviética dentro del país.
Como resultado de esos movimientos, logró cambiar a los envejecidos líderes por administradores más jóvenes y dinámicos.
Pero el por entonces reciente ascenso del fogosamente antisoviético presidente estadounidense Ronald Reagan, en la Casa Blanca desde el 20 de enero de 1981, tendería a tensar aún más las relaciones bilaterales, dando lugar a lo que algunos historiadores actuales denominan "segunda Guerra Fría" (1979-85).
Respecto a esa nueva definición norteamericana de la URSS, los portavoces soviéticos dirían extraoficialmente que Reagan era un “anticomunista peligroso y lunático”.
En ese momento, algunos “sovietólogos” expertos occidentales creían que Andrópov estaba preparando a Gorbachov para ser su sucesor.
Durante su corto mandato, Chernenko abogó por una mayor inversión en bienes de consumo y servicios, además de en agricultura (hechos que ya, como ya se comentó, había intentado realizar -con relativamente poco éxito- Nikita Jrushchov unos 20 años antes.
Esa visita, de haberse realizado, probablemente hubiese contribuido a normalizar las relaciones inter alemanas.
Cuando Chernenko falleció en marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov se encontraba en una muy buena posición para sucederlo en el poder.