A pesar de que el perfume y su estudio ya existían en el Lejano Oriente, sus fragancias se basaban, fundamentalmente, en el incienso.
Algunos autores lo han trazado hasta el propio neolítico y destacan el posible uso de aromas para atraer presas en la caza o ahuyentar insectos, entre otros.
El carbono-14 los dató en, aproximadamente, el 3000 a. C. Rovesti afirma que se empleaban vasijas de terracota con orificios taponados para hervir plantas aromáticas, de forma que sus vapores impregnaran el material y se pudiera condensar el aceite aromático.
Durante el shogunato Ashikaga del siglo XIV, los samuráis usaban armaduras perfumadas y durante el periodo Muromachi (siglos XV-XVI) se extendió el uso del kōdō entre las clases medias y altas.
La primera química de la que se conoce el nombre fue una perfumera llamada Tapputi, cuya existencia es registrada en una tablilla cuneiforme del 1200 a. C. en Mesopotamia.
[15] Tenía un papel importante en el gobierno y religión mesopotámica como capataz del Palacio Real.
[17][18] La antigua Grecia empleaba la quema de sustancias aromáticas en los templos con fines religiosos.
En la cultura islámica, el uso de perfume ha sido registrado desde el siglo VI y su uso era considerado un deber religioso.
Muchos descubrimientos en perfumería tuvieron entonces su origen en el siglo X, notablemente en lo que respecta a técnicas y mejoras de la destilación.
Elaboró un gran número de ‘recetas' para perfumes, cosméticos y medicinas.
El libro también describía cientosiete métodos y recetas para hacer perfume con el equipamiento necesario, como el alambique que recibe su nombre del árabe.
Hasta su trabajo, los perfumes líquidos eran mezclas de aceite y hierbas o pétalos, con fuertes aromas.
Los refinamientos italianos llegaron a Francia en 1533 cuando Catalina de Medici dejó Florencia para casarse en el siglo XVI con el príncipe heredero francés.
Otro hito fue la fundación en Florencia en 1612 de la Officina profumo-farmaceutica di Santa Maria Novella que se considera la perfumería dedicada más antigua en Europa.
Ciudades como Montpellier y Grasse pasaron a ser considerada capitales mundiales del perfume.
Durante el Renacimiento, los perfumes se hicieron populares entre la realeza y los ricos para enmascarar olores debidos a las prácticas sanitarias de la época.
En parte debido a este patronazgo, la perfumería occidental se convirtió en una industria, con un gran éxito durante el siglo XVII.
Henry Percy, VI conde de Northumberland en 1511-12 encargó aguas aromatizadas para su uso, que requería un galón a la semana.
[29] En América las primeras fragancias fueron colonias y aguas aromáticas usadas por exploradores franceses en Nueva Francia.
La Eau de Cologne fue desarrollada por el también inmigrante italiano en Colonia Giovanni Maria Farina (1685–1766) a principios del siglo XVIII.
[1] En los siguientes años se crearían muchas de las compañías históricas del sector con pioneros como Jean-François Houbigant, L.T.
Josefina, su mujer, prefería perfumes más fuertes, teniendo afición al almizcle hasta tal punto que se podía oler en su boudoir sesenta años después de su muerte.
Comenzó la fabricación en serie y se crearon muchas de las casas modernas.
Piver en 1896, La Rose Jacqueminot de François Coty en 1904 o Le Bon Marché).
En 1882, Paul Parquet creó Fougère royale, el primer perfume hecho mediante síntesis a base de cumarina.
Paul Poiret creó en 1911 la marca les Parfums de Rosine, siendo pionero en la asociación entre la alta costura y el perfume.
Coty es muchas veces considerada como la primera casa francesa de talla internacional, aunque algunos autores apuntan a las hoy en día extintas Delettrez o Violet como pioneras.
Como en otros sectores económicos, también se produjo una concentración empresarial desde los años noventa del siglo XX.
[1] La fabricación de perfumes en Rusia se desarrolló tras 1861 y era un sector económico significativo para comienzos del siglo XX.