En el establecimiento extremeño se examina para el Título de Bachiller con profesores como Tomás Romero de Castilla, Anselmo Arenas, Manuel María Saa o Carlos Soler.
[6] Para el siguiente periodo escolar se elabora un nuevo reglamento de la Escuela Especial de Ingenieros de Montes[7] y se implanta un Curso Transitorio previo a los tres en que había quedado reducida la carrera,[8] aunque José pasó directamente al «nuevo primer curso».
Esta espera hasta que se ingresaba definitivamente en el escalafón del cuerpo como Ingeniero-segundo, podía durar meses y hasta algún año en función de las vacantes, las necesidades del servicio y el puesto que se ocupaba en la promoción académica.
Este jefe ya había publicado los pliegos-tipo y regulado las subastas forestales de la provincia del año 1890,[9] y García-Blanco se incorpora al departamento justo a tiempo de realizar este mismo servicio para el año 1891,[10] continuando al año siguiente implicado en las labores rutinarias de la provincia.
[15] Para suplir esta falta de personal, en los primeros meses de 1894, se destina a la provincia al Ingeniero-segundo Oficial de primera, Juan Gayá y Mayó, que al estar por encima en el escalafón que José asume la dirección, pero al no tener tampoco la categoría suficiente para el puesto, firmará también como Jefe-interino los pliegos y subastas de ese año forestal.
Esta situación se mantuvo hasta 1908 en que el ministro de fomento Augusto González Besada vuelve a limitar el acceso a estas concesiones de los particulares.
[19] A partir aquí, la iniciativa ordenadora se paraliza prácticamente, aunque en realidad quedaban muy pocas masas forestales empresarialmente interesantes por conceder, de forma que en 1945 se hacía el siguiente resumen:
El propio García-Blanco menciona en alguna ocasión, que sus artículos respondían «a un plan de estudios en los alcornocales» y él mismo reconoce que no le da tiempo a terminarlos: Estos artículos fueron una referencia obligada en gran parte de la bibliografía especializada durante algunas décadas.
En ellos aborda temas en los que incluso 100 años después, continuaba siendo pionero solitario: En enero de 1898 muere su hermano Rigoberto y en julio del mismo año nace su hijo José María en Ronda.
Esta sintonía entre ellos, les hizo formar equipo y trazar una estrategia a medio-largo plazo, que les llevó a controlar prácticamente todo el corcho que salía de los montes públicos andaluces hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Es aquí donde convence a José García-Blanco para que solicite la «excedencia laboral» y se integre mano a mano con él, en el equipo de Larios Hermanos.
Así, en 1907, en un clima en el que la prensa,[32] la corporación municipal y hasta la Cámara de Comercio,[33] venían haciendo campaña por detener la ordenación y vender los predios, el Ayuntamiento se dirige al ministro de fomento González Besada, para que paralice los estudios de ordenación que Lameyer había conseguido desbloquear, y señala:
La existencia del pleito no paralizaba la ordenación y los estudios podían realizarse, pero sí impedía llevar a cabo la subasta.
Esta oposición política y de la opinión pública a las ordenaciones, en la que en realidad el corcho solo era la punta visible y sensible de un iceberg en el que los mayores volúmenes estaban en otros aprovechamientos forestales como la madera o la resina, motivó ya en 1908 una nueva legislación que limitaba el acceso y manejo privado en la explotación de los montes.
[38] Con la muerte del abogado se anulaban las concesiones y contratos que estaban a su nombre, prácticamente todos los alcornocales ordenados, por lo que el monopolio de «el corcho andaluz» había tocado a su fin.
Estaba estipulado que a la muerte del titular de la concesión de ordenación o el contrato de explotación, este se anulaba y así ocurrió con los que suscribía Lameyer, aunque solo tres años después de su muerte, un real decreto anulaba todas las concesiones anteriores a 1908 que estuvieran en activo, por lo que el resultado hubiera sido el mismo.
Los últimos proyectos presentados por José García-Blanco se ofrecieron en «subasta libre» en los años 20.
Al reingresar en el servicio activo, José es destinado en calidad de Ingeniero-jefe al Distrito Forestal Provincial de Ciudad Real- Badajoz, donde ya había estado como subalterno y como Jefe-interino entre 1891 y 1895, veinte años antes.
Probablemente, desde el principio sabía que era un destino provisional y ya se estaba gestionando un servicio en Madrid, como así ocurrió en noviembre de ese mismo año.
Cuando García-Blanco llega a Madrid a finales de 1915, ya estaba empadronado en la calle de Jorge Juan 13 (fue sorteado como jurado para 1916[39]), solía venir con frecuencia a la capital y mantenía residencia familiar desde probablemente antes de 1910, en que su hijo José María había iniciado la enseñanza secundaria en el Instituto Cardenal Cisneros.
Posteriormente, en los primeros años 20, la familia se mudaría a la calle de Velázquez donde residirían hasta la muerte del matrimonio.
Por su implicación en este asunto, es plausible pensar que hubiese comprado alguna pequeña dehesa en sus años de Supernumerario.
También se hizo una reestructuración en el profesorado comenzando por destituir al director Victoriano Deleito, al subdirector Miguel del Campo y a uno de los profesores más veteranos, Eugenio Guallart.
Cabe imaginar el peso que dentro de este órgano colegiado tuvo José tanto por edad, como por jerarquía o experiencia profesional.
Todas las actas, documentos de trabajo, horarios y clases prácticas, sustituciones entre profesores, material de secretaría, anuarios, publicaciones internas, biblioteca, etc. ardieron bajo las llamas y esa información se perdió para siempre.