El monólogo tiene lugar en un local de la calle de Alcalá, ante un retrato del Quijote, y comienza con Tintín diciéndose a sí mismo:
Caracterizado como un cobarde en todas estas chanzas, Tintín siente terror, busca refugio y protesta Suena entonces un martillazo, alusión al instrumento con el que liberales exaltados asesinaron en la cárcel de la Corona a Matías Vinuesa, cura de Tamajón, que será otro elemento constante en las sátiras de El Zurriago y del que hacen frecuente festejo, y al escuchar su ruido Tintín exclama: En el 7 de julio, quinta novela de la segunda serie de los Episodios Nacionales, Benito Pérez Galdós caracterizaba así la situación por la que atravesaba el país, con referencia a los opuestos papeles que en ella jugaban las chabacanas invectivas de El Zurriago y Martínez de San Martín:
[20] El 17 de julio, afectada la población por una epidemia de cólera, corrió por Madrid el rumor de que estaban siendo envenenadas por religiosos regulares las fuentes públicas y en la tarde noche de ese día y mañana del siguiente fueron asaltados varios conventos y setenta y tres religiosos fueron asesinados, resultando otros once heridos.
San Martín disolvió la milicia urbana y, falto de un plan, se limitó a tratar de sofocar los ataques a los conventos conforme se producían.
[22] A Martínez de San Martín se le formó causa, solicitada por él mismo,[23] que le impidió tomar posesión del escaño de prócer del Reino, y lo sustituyó interinamente Prudencio de Guadalfajara, con un pasado absolutista.
Composición de un Gorro, miliciano comunero; en el 67/69, en La pastelería, drama en un acto, comparte protagonismo con Rosita (Francisco Martínez de la Rosa), el Divino (Agustín Argüelles), el Aprendiz (José María Moscoso de Altamira) y Trabuco (Pablo Morillo), todos pasteleros, a los que se incorpora Gorrete (Evaristo Fernández de San Miguel).
=Algunos contestan, nunca; pero otros aseguran que se oirán pronto martillazos largos