Félix Mejía Fernández-Pacheco (Ciudad Real, 1776 - Madrid, 1853), escritor, periodista, autor dramático, historiador español.
Se casó con una prima, Josefa Megía, y tuvo varios hijos, uno de ellos abogado como él, Julián Mejía.
Esta publicación, fuera de su importante valor hemerográfico, posee el añadido de estar escrita en un estilo sumamente original, muy vivo, popular y humorístico, buscando la complicidad del lector, por lo que se atrajo la amistad del doctor y poeta festivo Manuel Casal desde su Mochuelo Literato.
En El Zurriago atacó con malicia y sin piedad alguna a los liberales moderados, y también a los absolutistas encubiertos, empezando por el mismo rey, cuya hipocresía e incapacidad moral para gobernar no tardó en percibir.
Igualmente fueron encarcelados otros colaboradores y redactores, e incluso un tercer editor, el librero José Sáenz Urraca.
[1] Mejía afrontó un intento de asesinato, por parte del turbio conspirador José Heceta, y varios desafíos a duelo (declarados ilegales durante el Trienio Constitucional).
Los familiares de Fernando VII intentaron entonces sobornar a los editores, pero estos no accedieron.
Pero entonces la Sociedad del Anillo y en particular la Masonería, instigada por Antonio Alcalá Galiano, repartieron una circular cuyo propósito era desencadenar una campaña de descrédito en la prensa contra Félix Mejía y, además, alguien impulsó su secuestro a fines de 1822; el agente involucionista del rey, José Manuel Regato, infiltrado entre los mismos comuneros que apoyaban a Mejía, ayudó además a desacreditarlo finalmente.
También alabó la revolución norteamericana en la pieza teatral Lafayette en Monte Vernon, que se editó traducida también al inglés.
Quiso iniciar una segunda época de El Zurriago en Madrid, pero al cabo tuvo que atender sus negocios en La Habana y volvió a Cuba.
Como se había casado en Guatemala sin enviudar de su esposa y prima española, Josefa Mejía, al morir en la miseria se descubrió su bigamia cuando su viuda americana, Manuela Echeverría, hizo una colecta en la prensa madrileña para pagar su entierro y mantener a sus dos hijos, algo que denunciaron los familiares del fallecido en el periódico La Esperanza.