Le siguieron numerosos conciertos, incluido un recital en la Biblioteca del Congreso con el compositor Samuel Barber, al piano.
Allí continuó su carrera y protagonizó multitud de óperas durante 20 años, lo que la situó entre las principales intérpretes del siglo.
Sus interpretaciones en estas obras, así como en las óperas de Mozart y Puccini, se conservan en sus muchas grabaciones.
[6] Varios comentaristas afirman que este acontecimiento despertó el interés de Price por una carrera musical.
[9][1][6] En su adolescencia, Price asistió al Oak Park Vocational High School, donde fue animadora y salutatorian.
[7] Robeson quedó impresionado por la voz de Price y, al saber que ella quería matricularse en Juilliard, colaboró con los administradores del Central State para organizar un concierto benéfico que ayudara a recaudar fondos para su matrícula.
[7] Los Chisholm también siguieron apoyando a Price, y donaron la mayor parte del dinero necesario para Juilliard.
Vivió en la Harlem YWCA mientras estudiaba en la Juilliard ese año, que era un alojamiento seguro y asequible abierto a las mujeres negras.
[12]: 72 En su segundo año, escuchó a Ljuba Welitsch cantar Salome desde la platea del Met y quedó fascinada por la ópera.
Virgil Thomson escuchó una representación y la contrató para una reposición de su ópera negra, Cuatro santos en tres actos.
En vísperas de la gira europea, Price se casó con William Warfield, su Porgy y un destacado bajo-barítono concertista.
[17] Price y Warfield soñaban con hacer carrera en la ópera, pero el racismo limitaba las oportunidades de los cantantes negros.
En 1949, el nuevo director general de la Metropolitan Opera, Rudolf Bing, había dicho públicamente que contrataría cantantes negros "para el papel adecuado".
En 1958 es invitada por Herbert von Karajan, un ferviente admirador, para hacer su debut en Europa como Aída en la Ópera Estatal de Viena.
Durante muchos años Price apareció regularmente en Nueva York completando 200 funciones entre su debut y retiro habiendo cantado 16 personajes.
Su ascenso simbolizó los logros alcanzados por los negros norteamericanos en los años 60 coincidiendo con el ascenso de otras estrellas de la lírica también negras: Grace Bumbry, Martina Arroyo, Reri Grist y Shirley Verrett a las que luego se sumarían Jessye Norman, Barbara Hendricks y Kathleen Battle.