Los mártires armenios postulados por la Iglesia Católica, muestran evidencia de ello, ya que por un lado se les pidió insistentemente convertirse al islam, renunciando a su fe católica, para salvar su vida y por el otro, la particular ferocidad practicada con los prisioneros por el régimen oficial, indica también el profundo odio de los perseguidores hacia los que dan testimonio de fidelidad a Cristo.
El acto fue considerado recientemente por el papa Francisco como "el primer genocidio del siglo XX".
Al evento se sumaron ese día, los templos armenios de todo el mundo, mismos que celebraron servicios eclesiásticos y colocaron conocidos cruceros de piedra armenios o Jachkar (jach, cruz; kar, piedra), las cuales agrupan unos 10 millones de miembros dispersos por el mundo, producto de la diáspora, que van desde Jerusalén, Damasco, Teherán, Moscú, Buenos Aires, Nueva York, Madrid, París, Berlín y Colonia.
La iglesia turca anunció que también incluye la remembranza de los "armenios otomanos" caídos hace cien años.
El presidente, Recep Erdogan, negó que esas muertes sean catalogadas de genocidio.