Estuvo durante un tiempo escondido, sobreviviendo gracias a la ayuda de los campesinos, hasta que atravesó el río nadando y compareció con sus compañeros en Chabola Valley, el campamento del batallón Lincoln en Marsá, en el Priorato catalán, donde fue acogido como un auténtico héroe por sus camaradas.
Wolff abandonó España en noviembre de 1938, cuando las Brigadas Internacionales fueron desmovilizadas.
En 1940, Wolff se ofreció a los servicios secretos británicos de la Dirección de Operaciones Especiales y trabajó para conseguir armas a las organizaciones resistentes al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.
Entonces, el general William Joseph Donovan le conoció, asignándole a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) para trabajar con los partisanos antifascistas en la Italia ocupada.
Cuando Wolff justificó sus acciones, lo hizo recordando sus orígenes: Wolff participó años más tarde en una campaña contra el apartheid en Sudáfrica y recaudó dinero para conseguir ambulancias para los sandinistas de Nicaragua, en la década de 1980.