Pedro Tarroja

Posteriormente expandiría dicho carácter regular a la Colegiata de Daroca.

Como su predecesor mantuvo buenas relaciones con Ramón Berenguer IV, que le donó Juslibol.

[1]​ La localidad pasó a ser una de las posesiones terrenales del obispado como señor feudal durante los siglos siguientes y un lugar de residencia habitual del obispo.

El obispado cooperó con el poder real en la repoblación de los territorios recientemente reconquistados en la frontera suroriental.

[1]​ Bajo el pontificado de Pedro se consagraron numerosas iglesias en la zona para consolidar dicho reparto, constando en los documentos ejemplos en Épila, Daroca, Ejea y Luna.