Pinturas negras

Durante 50 años la existencia de las Pinturas negras fue escasamente conocida (solo algunos críticos, como Charles Yriarte, las describieron).

[10]​ En realidad, poco estimadas por el gusto académico dominante en aquellos años, su paso por la exposición parisina apenas suscitó algún comentario y tampoco lo hubo tras su ingreso en el museo, donde una parte de ellas no se expusieron hasta 1898, cuando el hijo del barón presentó una reclamación.

Lo cierto es que las Pinturas negras fueron pintadas sobre imágenes campestres de pequeñas figuras, cuyos paisajes aprovechó en alguna ocasión, como en el Duelo a garrotazos.

Muchos críticos consideran que por sus medidas y su tema, esta sería Cabezas en un paisaje (Nueva York, colección Stanley Moss).[20]​.

Un reciente estudio aporta nuevas fuentes documentales sobre la naturaleza y avatares relacionados con esta obra.

Dejando este detalle aparte, la distribución original en la Quinta del Sordo según Yriarte era como sigue:[22]​ En una de las sobrepuertas estaría Dos viejos comiendo sopa, no citado por Yriarte, que Glendinning localiza en la de la sala baja, por el diseño del papel pintado que aparece en su correspondiente fotografía de Laurent, dato apuntado también por otro viajero francés, Pierre Léonce Imbert que visitó la finca en 1875.

[16]​ Dos nuevas investigaciones confirman esta situación, aunque con diferente distribución del resto de las pinturas.

[29]​[30]​ El encargo fotográfico se originó cuando un nuevo propietario de la casa, el barón de Erlanger, contrató al restaurador del Museo del Prado Martínez Cubells para arrancar las pinturas y pasarlas a lienzo.

[35]​ Desde 1820 Goya es cada vez más apreciado por sus contemporáneos cuando aborda el estilo de lo Sublime Terrible en que se enmarcan estas obras.

[13]​ Hay consenso entre la crítica especializada en proponer causas psicológicas y sociales para la realización de las Pinturas negras.

No se ha podido hallar, pese a los variados intentos en este sentido, una interpretación orgánica para toda la serie decorativa en su contexto original.

Aunque el aragonés no trata estos géneros explícitamente, Saturno devorando a un hijo y Dos viejos comiendo sopa remiten, aunque de forma irónica y con humor negro, al acto de comer.

Otros cuadros invierten la habitual escena bucólica y se relacionan con la cercana ermita del santo patrón de los madrileños: La romería de San Isidro, La peregrinación a San Isidro e incluso La Leocadia, cuyo sepulcro puede relacionarse con el cementerio anejo a la ermita.

Incluso la decadencia sexual, según se interpreta freudianamente la relación con mujeres jóvenes que sobreviven e incluso castran al hombre (Leocadia y Judith respectivamente).

Las figuras suelen aparecer descentradas, siendo un caso extremo Cabezas en un paisaje, donde cinco cabezas se arraciman en la esquina inferior derecha del cuadro, apareciendo como cortadas o a punto de salirse del encuadre.

Se aprecia en La romería de San Isidro, en el Aquelarre, en la Peregrinación del Santo Oficio (una tarde ya vencida hacia el ocaso), y se destaca el negro como fondo en relación con esta muerte de la luz.

Todos estos rasgos son un exponente de las características que el siglo XX ha considerado como precursoras del expresionismo pictórico.

Finca y casa de la Quinta de Goya en 1828. La gran maqueta o "Modelo de Madrid" de León Gil de Palacio , que conserva el Museo de Historia de Madrid , incluye la casa donde residió Francisco de Goya . [ 1 ]
Cabezas en un paisaje es, con probabilidad, la «decimoquinta» pintura negra, perdida posteriormente, que se conserva en la colección Stanley Moss de Nueva York .
Una de las hipótesis de la ubicación original de las Pinturas negras en la Quinta del Sordo.
Hombres leyendo . La escena que representa este cuadro se ha visto como una de las tertulias políticas clandestinas que se produjeron en los agitados años del Trienio Liberal .
En Judith y Holofernes la interpretación psicoanalítica ha visto la representación de la castración del hombre poderoso y maduro. No es desatinado ver un símbolo de la relación sexual entre Goya y Leocadia Weiss.
La romería de San Isidro muestra las constantes estilísticas más características de las Pinturas negras .
Pintura mural La romería de San Isidro en la Quinta de Goya , en el año 1874. Fotografía de J. Laurent , conservada en el Archivo Ruiz Vernacci . Entonces la pintura estaba completamente rodeada de papeles pintados, incluso en el techo. A la izquierda de la pintura vemos una esquina del salón, y no una ventana. Hay que ampliar la imagen. El rótulo indicando Museo del Prado fue añadido en el negativo hacia el año 1890, por los sucesores de Laurent.