[4] Sin embargo, el crecimiento económico (sobre todo en la década de 1970) se basó en la inversión en industria pesada (un 34,1% del PIB en el Plan Quinquenal 1971-1975) más que en el consumo.
[2] En 1981, para realizar tal pago, el gobierno solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) una línea de crédito[2] y adoptó una política de austeridad para pagar a sus acreedores.
[7] Siguiendo las recomendaciones del FMI, se redujeron las importaciones y aumentaron las exportaciones.
Ceaușescu inició un programa de austeridad sin reformar previamente el sistema económico inflexible y centralizado (es decir, siguió una economía de planificación centralizada).
[2] Los recursos energéticos fueron desviados a una producción ineficiente de bienes para ser exportados.
[10] Desde 1978, el gobierno comenzó a subir precios que hasta entonces habían sido estables.
El Gobierno dio por no alcanzados los objetivos, lo que implicó una bajada salarial.
[13] En resumen, la renta comenzó a contraerse no solo por la inflación, sino por la falta de ciertos productos.
Mientras tanto, la mayoría del consumo se realizaba en el floreciente mercado negro.
Aunque tres de cada diez rumanos trabajaban en el campo, el sistema agrícola no tenía suficientes trabajadores, por lo que el Estado llevaba a estudiantes universitarios y a niños (2,5 millones en 1981 y 2 millones en 1982) a trabajar en el campo recolectando o haciendo otras labores.
[10] Las subestaciones eléctricas y el gas ciudad (básico para la calefacción) se cortaban en muchas ocasiones para ahorrar energía, resultando en inviernos insoportables.