Una gran flota dirigida por Servio Fulvio Petino Nobilior y Marco Emilio Paulo evacuó con éxito los restos de la expedición y derrotó a una flota cartaginesa en el camino, pero la alcanzó una tormenta mientras regresaba, por lo que perdió la mayoría de los barcos.
[14] Existen otras historias posteriores de la guerra, pero en forma fragmentaria o resumida,[15] y generalmente describen las operaciones militares en tierra con más detalle que en el mar.
[20] Cartago era una potencia marítima bien establecida en el Mediterráneo occidental; Roma había unificado recientemente la Italia continental al sur del río Arno.
El experto en galeras John Coates sugiere que estos barcos podían navegar a una velocidad de siete nudos (13 km/h) durante períodos prolongados.
[16] Las embarcaciones fueron construidas como catafractos, o barcos «protegidos», es decir, con una cubierta completa, para poder transportar mejor a los infantes de marina y a las catapultas;[24][25] también tenían unas estructuras anexas al casco principal en las que se disponían los remeros.
[27] Los romanos tenían poca experiencia naval antes de la primera guerra púnica; en las pocas ocasiones en que habían necesitado previamente una presencia naval, por lo general habían confiado en pequeñas escuadras proporcionadas por sus aliados latinos o griegos.
[28][29][30] En 260 a. C. los romanos se propusieron construir una flota y utilizaron un quinquerreme cartaginés naufragado como modelo para el suyo.
[39] Como resultado, los romanos estaban inicialmente en desventaja frente a los cartagineses, más experimentados.
Se requería habilidad para impactar a una galera enemiga con la fuerza suficiente para romperle las vigas del casco, abrirle una vía de agua y hacer que se hundiera, pero sin que el choque incrustase la propia nave en la del enemigo.
[58] Estos llevaron a cabo una marcha nocturna y lanzaron un ataque sorpresa al amanecer contra el campamento cartaginés desde dos direcciones.
[59] Los romanos siguieron avanzando y conquistaron Túnez, a tan solo dieciséis kilómetros de Cartago.
Desesperados, los cartagineses pidieron la paz, pero los términos propuestos por Régulo eran tan duros que decidieron seguir con la lucha.
[62] Los romanos no sabían cómo hacer frente a los elefantes; su caballería, superada en número, fue expulsada del campo de batalla, y la cartaginesa rodeó a la mayoría de los romanos y los derrotó.
A los cartagineses les preocupaba ser rodeados por la escuadra enemiga, mayor, por lo que se mantuvieron cerca de la costa.
[68] Sin embargo, les alcanzaron y arrinconaron contra las playas; los romanos abordaron muchos de sus navíos merced al uso del corvus, hicieron copiosas presas o los obligaron a varar.
[69][70] Los cartagineses terminaron siendo vencidos; el enemigo les arrebató ciento catorce de sus barcos con sus tripulaciones y hundió otros dieciséis.
[72] Se supone que la mayoría de las bajas fueron aliados latinos y no romanos propiamente dichos.
[72] Paulo construyó una columna a sus expensas en la Colina Capitolina en Roma para conmemorar la victoria[80] y, siguiendo la tradición, la adornó con las proas de los barcos cartagineses capturados.
[81] Finalmente, un rayo la terminó destruyendo en 172 a. C.[80] La guerra continuó sin que ningún bando pudiera obtener una ventaja decisiva.
[84] Lentamente, los romanos ocuparon la mayor parte de Sicilia; en 249 a. C. sitiaron las dos últimas fortalezas cartaginesas, en el extremo occidental.
[85] También lanzaron un ataque sorpresa contra la flota cartaginesa, pero les terminaron derrotando en la batalla de Drépano.