[1] No tiene un esquema fijo, pero deben cumplirse las siguientes condiciones: Por lo general, se divide en dos secciones de tres versos con significado completo.
Por ejemplo, la sextilla aguda, utilizada, aunque no exclusivamente, en arias de ópera o zarzuela por autores del XIX.
Un ejemplo es este de José de Espronceda en su Diablo mundo, en la que deben ser agudos los versos tres y seis: El Martín Fierro, poema narrativo épico del romántico argentino José Hernández también está escrito mediante una variedad de sextillas de esquema: -8,a8,a8,b8,b8,a8, en las que el primer octosílabo queda siempre suelto, esto es, sin rima.
Se debe saber que, cuando un octosílabo tiene su última sílaba que acaba en vocal y sigue un pentasílabo que empieza también por vocal, puede hacerse y se hace sinalefa por la ley métrica de la sinafía, aunque aparezca como pentasílabo en el cómputo métrico, y se descuenta una sílaba al pentasílabo: "¡Por cuantos vías y modos / se pierde su gran alteza / en esta vida!".
Por otra ley métrica, la de compensación, si la última sílaba de un octosílabo es aguda y sigue un pentasílabo, el octosílabo cuenta como propia la sílaba primera del pentasílabo para que se forme el tetrasílabo: Don Miguel de Unamuno introdujo una variante a la sextilla de pie quebrado, cuya disposición es: a8,a4,b8,c8,c4,b8: La sextilla correlativa posee tres rimas y sigue el patrón abcabc.