Sinfonía n.º 38 (Haydn)

I:38, también conocida como Eco, fue compuesta por Joseph Haydn en 1767, durante el periodo Sturm und Drang del compositor.

En cualquier caso, no se sabe con certeza cuándo fue escrita, ni siquiera si contenía trompetas y tambores en origen o si Haydn los añadió más tarde.

[6]​ El sobrenombre Eco, como todos los que aparecen en las sinfonías de Haydn, no surgió del compositor sino más tarde.

En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[8]​ Hartmut Haenchen a favor;[9]​ Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.

No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.

Para Fendre podría parecerse a una obertura ya que suena "escénica", así como ligeramente grandilocuente, con poca sutileza de contraste o variación motívica.

En la mitad del desarrollo se vuelve francamente cómica: esta sección se ha centrado en la menor; al final de una larga secuencia, Haydn cierra dos veces con cadencia rota en su submediante fa mayor, hasta que se cansa de este juego e imprime una tercera cadencia, al unísono, hasta llegar por fin a la menor, con lo que no sólo sustituye esta vez el fa mayor, sino que baja la dinámica a piano y comienza un nuevo episodio en fa mayor.

Contiene la popular técnica barroca del "eco" y está escrito solamente para las cuerdas.

El maestro austríaco utiliza los primeros violines sin sordina, mientras que los segundos violines con sordina imitan constantemente los motivos finales de los primeros sin importar el poco tacto en el contexto rítmico o el exceso al final de ambas secciones principales.

Aquí es donde el oboe tiene su primer solo[3]​[4]​ muy virtuosístico que emplea todo el registro del instrumento y contiene saltos de casi dos octavas.

Haydn hacia 1770.