[1] Aunque no había conseguido ninguna nueva conquista territorial en Gran Bretaña, tuvo éxito en aterrorizar a la gente, suficiente para tejer una red clientelar para llevarla bajo la influencia de Roma, y obtener la gloria por haber cruzado con sus legiones el mar del Norte.
[3] Una legión, asignada a Cayo Fabio fue enviada contra los mórinos, otra, adscrita a Quinto Tulio Cicerón, contra los nervios, otra adscrita a Lucio Roscio Fabato contra los esuvios, otra con Tito Labieno contra los remos, tres legiones contra los belgas, comandadas por Marco Licinio Craso, Lucio Munacio Planco y Gayo Trebonio, y a las tierras de los eburones la legión de la Galia Cisalpina, con cinco cohortes, asignada a Quinto Titurio Sabino y Lucio Aurunculeyo Cota.
Ambiórix intentó convencer a Quinto Tulio Cicerón de que abandonara el campamento con la promesa de proteger su retirada, pero no cayó en la trampa del jefe de los eburones y consiguió resistir con enormes esfuerzos y muchas víctimas un par de semanas hasta la llegada de Julio César,[5] que había sido avisado gracias a un noble nervio, que había buscado refugio en el comienzo del asedio y con gran lealtad entregó una carta a César.
Antes del final del invierno, Induciomaro, caudillo de los tréveros atacó a los romanos que permanecían en su territorio y luego se dirigió contra Tito Labieno, que había acampado en la frontera con los remos, pero al conocer la victoria de Julio César sobre los nervios en el sitio de Namur, se retiró a su propio territorio donde reunió más tropas, marchando otra vez contra Labieno al que sitió a su cuartel de Lavacherie,[6] rodeando su campamento; una salida repentina de Labieno le sorprendió, y sus fuerzas fueron puestas en retirada, muriendo él mismo en la retirada, al cruzar un río.
[7] Después de estos acontecimientos, César decidió pasar el invierno con tres legiones en Samarobriva.