Es tierra de viñedos, que producen vino desde hace siglos en numerosas bodegas particulares e incluso comerciales.
A pesar de ello, logró ser un pueblo con ayuntamiento propio durante muchos años.
Su principal atractivo lo constituye la cercanía al río Tera, donde se ha establecido una playa fluvial a escasos metros del pueblo.
[2] El numeral siete aparece en algunos topónimos para indicar abundancia de algo: Sietefuentes en Turón; Setefuentes en San Cibrao da Repostería; Sietecerros en Brunete; Sietecantos en Geria.
Pero en todos esos casos se esperaría una forma de plural, *Sietramas, que no aparece en ninguna parte.
La segunda parte (-rama) quizá tenga alguna relación con otros topónimos prerromanos, como Jarama o Meirama.
Los diversos ríos que la cruzan han creado valles alargados y relativamente anchos a unos 750 metros de media sobre el nivel del mar.
[14] Al estar la comarca de Benavente surcada por varios cursos fluviales (los ríos Esla, Órbigo, Eria, Tera y Castrón, además del arroyo Almucera), que en determinadas épocas se volvían muy caudalosos, durante siglos fue necesario utilizar diversos medios para cruzarlos.
El sistema más habitual eran las barcas o balsas para pasar, previo pago, personas, mercancías y ganado de una orilla a otra.
[18] Fue un parche temporal: sólo tres años después, en 1856, el nuevo puente ya tenía las pilastras de piedra «una arruinada y otra bastante deteriorada».
[22] De este modo, las continuas dificultades técnicas y económicas retrasaron su completa finalización al menos hasta 1921.
[25] En cuanto a Brime de Urz, accedía a las aguas del Tera en el Tamaralico, una franja de terreno enfrente de Sitramina, entre el río y el Canal del Molino; durante mucho tiempo Sitrama sostuvo que ese terreno era suyo y que debía cobrar los arriendos, hasta que los tribunales concedieron la propiedad a Micereces.
El curso inferior del río Tera forma un paisaje de ribera en el que predominan plantaciones de chopos junto a la vegetación característica del bosque en galería, formada por álamos, sauces y alisos.
En las orillas del río aparecen especies arbustivas propias de lugares húmedos como junqueras, paleras y mimbreras.
[31] Sin embargo, el ejemplar más destacable se halla en pleno casco urbano del pueblo.
[32] Debido a la singularidad del árbol, sus dueños lo cedieron en 2007 al ayuntamiento, que desde entonces se encarga de su protección.
Una vez allí, sigue el curso del Tera hasta llegar a los pastos de Sanabria.
La comarca se articulaba en comunidades independientes dispuestas en torno a castros fortificados, situados en un altozano sobre un curso fluvial, desde donde ejercían de refugio y punto central del espacio circundante.
Es probable que el alto del Castro, al oeste de Sitrama, también albergara un pequeño poblado durante esa época, pero aún no ha sido excavado.
En Camarzana surgió una villa cuya influencia se notó en todo el valle medio del Tera, incluida también Sitrama.
Cuando estos se sublevaron en el 740 contra los dominadores árabes, Alfonso I de Asturias aprovechó para lanzar incursiones que devastaron la región, aunque no llegó a anexionarla.
Sitrama quedará integrada en esa entidad durante casi mil años, hasta la creación de las modernas provincias en 1833.
Todo esto supuso durante varios años un enorme esfuerzo económico y demográfico para la Tierra de Benavente.
Apenas había árboles frutales, salvo en cuatro huertecillos que producían peras, manzanas, ciruelas, guindas y melocotones.
Todos los vecinos eran labradores, salvo dos clérigos, un tabernero y un herrero; no había molineros, jornaleros ni pastores.
Las calles se llenan de gente en la extrema miseria que exige pan y trabajo.
Reclaman que se repartan los montes y praderas comunales, a fin de sembrar productos para consumo propio.
A partir de 1970, el descenso será sostenido, del 15% cada diez años, debido al envejecimiento.
Un gran arco gótico del siglo XV sirve de divisorio entre el presbiterio y la nave.
[104] Todo el presbiterio está cubierto por un suntuoso artesonado mudéjar del siglo XIII, labrado en madera vista, de forma octogonal con lacería decorada con motivos geométricos, y que termina en la parte superior con un mocárabe compuesto por más de mil piezas.