[1] Aristóteles también afirma el conocimiento del universal mediante la experiencia y los razonamientos inductivos (epagogé)[2] junto con la deducción (apódeixis),[3] la opinión y la intuición, mientras que Platón únicamente se basa en la deducción a partir de principios a priori.
Mientras el filósofo francés inicia su reflexión filosófica con una duda metódica, Aristóteles sostiene por el contrario que nuestras capacidades de percepción y cognición nos ponen en contacto con las características del mundo, que por tanto no requiere un escepticismo constante.
Sin embargo, las personas captan un conocimiento más elevado al deducir la existencia de las cosas sensibles mediante la memoria, y especialmente conocer el porqué y la causa de estos.Para Aristóteles hay dos formas de sentir: captando una forma sensible sin materia (como potencia) y las que se necesitan los sentidos (como acto).
Lo describió como la capacidad con la que los animales (incluidos los humanos) procesan las percepciones sensoriales, los recuerdos y la imaginación (φρονεῖν, phroneîn) para alcanzar muchos tipos de juicios básicos.
En su esquema, solo los humanos tienen un pensamiento razonado real (νοεῖν, noeîn), que los lleva más allá de su sentido común.
Estos cambios son los mismos que los involucrados en las operaciones de la sensación, el "sentido común" aristotélico y el pensamiento.
[16][17] Aristóteles usa el término "memoria" para la retención real de una experiencia en la impresión que puede desarrollarse a partir de la sensación, y para la ansiedad intelectual que viene con la impresión porque se forma en un momento particular y procesa contenidos específicos.
[22] Aristóteles admite que la realidad es cambiante, el verdadero conocimiento es saber identificar la sustancia de cada cosa, obra del entendimiento.
[25] En el Libro XII de la Metafísica, Aristóteles parece equiparar el intelecto activo con el "motor inmóvil" y/o Dios.
[27] De acuerdo con Aristóteles, exponiéndose los fenómenos (phainomena) nos llevan a pensar en nuestro lugar en el universo y filosofar, y luego recomienda buscar las opiniones creíbles (endoxa)[28] con respecto a los asuntos que encontramos desconcertantes emitidas por personas serias (endoxos).
Como ejemplo, en su Ética a Nicómaco, Aristóteles hace una pausa ante un rompecabezas para reflexionar sobre un precepto que rige su enfoque de la filosofía: