Unión Militar Española

[1]​ Hay historiadores que la definen como «una asociación semisecreta constituida en 1933 por oficiales de extrema derecha, sobre todo monárquicos, pero también falangistas, cuya finalidad era abatir la República democrática».

Ese «implacable Enemigo», se decía en la octavilla, fue derrotado por el Ejército en octubre pero «busca la revancha», «prepara un nuevo ataque», «filtrado en los más altos poderes de la república, en los más decisivos resortes del mando y de propaganda».

«¡Ya veis españoles, como no se fusila a ningún culpable auténtico de crimen contra la Patria!

[4]​ Esto contrasta con la visión que durante mucho tiempo transmitió la historiografía franquista sobre la UME de que no tenía una "finalidad política determinada", como afirmó Joaquín Arrarás, aunque el mismo autor reconocía que su misión era disponer a sus afiliados "a una mejor defensa de los principios esenciales de la patria", comprometidos solo por "sus propios sentimientos patrióticos, sin obligarse con votos o juramentos".

En este acercamiento jugarán un papel esencial el coronel Varela, converso al carlismo tras la Sanjurjada, el coronel Valentín Galarza, que actúa de enlace con los conspiradores monárquicos, y el general Goded, que se incorpora a la UME a principios de 1935, y la pone en contacto con los generales que, de una u otra manera, han protagonizado o apoyado la Sanjurjada: Mola, Villegas, Orgaz, Barrera, Fanjul y Fernández Pérez.

Pardo Reina elaboró un borrador de programa político, que fue supervisado por el general Mola, en el que se proponía a los gobiernos radical-cedistas del segundo bienio la legislación necesaria para impedir en el futuro la "subversión izquierdista".

[...] La posición de partida se ha fortalecido cada vez más y hoy ya puede considerarse lo suficientemente firme para poder actuar si fuera necesario.

Si la política obligara al retroceso, la organización se desligaría de aquella y obraría por cuenta propia».

Así la UME se extenderá desde Madrid a Barcelona, Pamplona, Zaragoza, Sevilla, San Sebastián, Galicia y el protectorado de Marruecos.

Aunque según datos más fiables puede que agrupara sólo a un 10% de la oficialidad.

«En realidad, la afiliación se decidía más por solidaridad de cuerpo y camaradería que por verdadera vocación subversiva, y sólo una pequeña minoría estaba dispuesta a pasar de la reivindicación meramente corporativa a la decidida implicación en un complot antirrepublicano».

En esta correspondencia se señalan las medidas de carácter gubernativo a adoptar una vez triunfante la rebeldía.