Urbanismo de Málaga

[1]​ A la orilla oeste del Guadalmedina se situaba el arrabal urbano y la zona industrial donde obreros, jornaleros y otras clases populares eran los habitantes habituales, manteniéndose esta situación hasta bien adentrados en el siglo XX, con la excepción del barrio de El Perchel, arrabal árabe que data de un periodo anterior a la Reconquista.

Se fueron suplantando huertas, vaquerías y ruinas industriales por barrios obreros poblados de forma masiva por gente proveniente de zonas rurales, atraídos por las oportunidades laborales relacionadas con el boom turístico e industrial.

Sin embargo, sí se han encontrado vestigios de las civilizaciones fenicia y romana.

[5]​ Los restos más visibles son los del teatro romano, situado junto a la alcazaba, así como algunos retazos del sistema viario y unas grandes termas públicas en el área de calle Alcazabilla en dirección calle Císter.

También se han detectado restos de la presencia bizantina al otro lado del Guadalmedina.

Con el establecimiento del Califato de Córdoba en 929 y ya como capital provincial, Mālaqa adquiere mayor importancia, que se incrementa bajo la dinastía de los Hammudíes, alcanzando su máxima expansión durante la época nazarí.

[11]​ La morfología de la Mālaqa nazarí corresponde al modelo clásico del urbanismo islámico medieval, constituido por la medina, el castillo y los arrabales.

La ciudad se configura en trazados transversales a este eje central, destacando el eje de calle Granada, que se extendía desde la citada plaza hasta la salida del camino real de Granada, a través de la puerta homónima, y que concentraba varias mezquitas y casas señoriales.

[12]​ La alcazaba se comenzó a construir en 1065 por orden del rey Badis y fue ampliada en época nazarí.

Se sitúa en el lado oriental de la medina y está rodeada por tres murallas.

El recinto exterior albergaba la plaza de armas y contenía los accesos a la medina.

En el recinto interior se situaban las dependencias palaciegas y un pequeño barrio intramuros.

Desde este punto, la muralla se extendía paralela al río Guadalmedina hasta adosarse a las Atarazanas.

[11]​ El recinto amurallado se abría al exterior a través de varias puertas.

Además, contaba con todos los servicios propios de la medina, como mezquitas, baños y escuelas.

[11]​ Este arrabal comenzó a tomar forma durante la época hammudí, habiendo estado anteriormente ocupado por huertas y pequeñas estructuras para su explotación.

[14]​ Bajo la dominación castellana, la ciudad experimenta un cambio de usos y funciones, pero las modificaciones del trazado urbano son muy limitadas y se reducen prácticamente a la apertura de calle Nueva.

[15]​ Por el contrario, los únicos edificios civiles importantes eran los hospitales de San Juan de Dios, Santo Tomás y San Julián, el Consulado, la Alhóndiga y la Casa del Cabildo.

[18]​ Durante el siglo XVIII, la ciudad experimenta una fase de expansión económica y demográfica basada en el comercio portuario, especialmente intensa a partir de la tercera década del siglo.

Originalmente, el proyecto planteaba un trazado paralelo al sector sur de la muralla defensiva, aunque posteriormente se decidió la demolición de las murallas para dar mayor amplitud al paseo.

Las nuevas manzanas requerían de un sistema viario que las articulara y las integrara en el resto del entramado urbano.

[12]​ En los solares liberados por las desamortizaciones se desarrolla una arquitectura burguesa, elegante y homogénea, que aún en la actualidad caracteriza a buena parte del centro histórico.

[23]​ Los primeros barrios obreros de la zona industrial consistían en los típicos corralones en los que se hacinaban los trabajadores en condiciones extremas, como era el caso del barrio de El Bulto, promovido por Manuel Agustín Heredia en 1851.

El proyecto pretendía el establecimiento de casas baratas para la clase obrera a gran escala, por lo que se hubo que redactar un plan para la construcción de toda una nueva barriada.

[17]​ El proyecto de urbanización se debió al ingeniero José María de Sancha, que se construyó para sí mismo la Villa Cele María en el paseo que lleva su nombre.

Todas ellas comparten unos mismos principios estéticos ruralizantes y funcionan como unidades autosuficientes, formando una nueva corona urbana en el oeste de la ciudad.

Aunque en algunas promociones la Administración también colaboró, como en los barrios de Virreina, La Palmilla, Puerta Blanca o La Paz, fue predominante el sector privado, que frecuentemente abandonaba los proyectos una vez terminadas las viviendas, desentendiéndose de los equipamientos e infraestructuras convenidos.

Así, en 1988 se aprueba al Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI).

Este crecimiento vertiginoso solo fue superado en España por Murcia, situando a Málaga por delante de ciudades mucho mayores como Madrid, Barcelona o Valencia.

En el lado opuesto se sitúan los distritos periféricos de Campanillas, Churriana y Puerto de la Torre y el litoral Este, en los que la proporción incluso supera los valores recomendados, llegando a alcanzar los 30 m² por vecino.

Mapa físico del término municipal de Málaga .
Piletas de salazones de época bajo imperial en el Rectorado de la Universidad , donde también han aparecido restos fenicios.
Murallas de la alcazaba .
Puerta nazarí de las atarazanas .
Plano de la Málaga árabe, según el arquitecto Rafael Mitjana .
Plano de Málaga en 1887 en el que se muestran los proyectos de ensanches y reformas interiores.
Calle Villarroel, en la que aún se conservan algunas viviendas del proyecto original del barrio obrero de Huelin .
Zona de La Malagueta hacia 1900.
Viviendas típicas de Ciudad Jardín .
Grupo de viviendas de Herrera Oria ( Distrito Ciudad Jardín , 1962), ejemplo típico de viviendas públicas de carácter social construidas por la administración del Movimiento Nacional durante la vigencia del Plan González Edo.
La Malagueta , ejemplo prototípico del urbanismo del desarrollismo .
Nuevos desarrollos residenciales en Finca El Pato .
Jardín vertical de la rehabilitada plaza del Pericón.