De acuerdo con la investigación académica, muchas mitologías euroasiáticas comparten el tema de un árbol cuyas ramas llegan a los cielos y cuyas raíces conectan el mundo humano o terrenal con un inframundo o reino subterráneo.
Por ejemplo, para muchos pueblos indígenas americanos ubicados en regiones más templadas, el árbol del mundo corresponde al abeto y no a la ceiba.
El árbol del mundo (en lituano Aušros medis) aparece constantemente en la pintura popular lituana y se le encuentra con frecuencia tallado en muebles domésticos como armarios, toalleros y golpeadores de ropa.
El Bas tokhmak es otro árbol remdial: retiene a todas las semillas de hierbas y destruye el dolor.
[12] El ángel Gabriel mete la mano en la cámara y saca la primera alma que encuentre.
En estas dos fuentes, Yggdrasil es un inmenso fresno central que se considera muy sagrado.
En la mitología griega, el olivo, que era llamado Moriai, era el árbol del mundo y se le asociaba con la diosa olímpica Atenea.
En un mito griego independiente, las Hespérides viven bajo un manzano que da manzanas doradas y que fue dado como regalo a la diosa olímpica más alta, Hera, por la primordial diosa madre Gea en el matrimonio de Hera con Zeus.
[15] En un relato cosmogónico distinto descrito por Ferécides de Siros, la deidad masculina Zas (identificada como Zeus) se casa con la deidad femenina Chthonie (asociada con la tierra y posteriormente llamada Gê/Gea), y de su matrimonio brota un roble.
Este roble conecta los cielos y sus raíces crecen dentro de la Tierra, hasta llegar a las profundidades del Tártaro.
En su mitología, el árbol del mundo es también símbolo de la Madre Tierra, de quien se dice es quien les da a los chamanes samoyedos su tambor y también les ayuda a viajar entre uno y otro mundo.