Las arquitecturas excavadas en roca han surgido en diversas partes del mundo con usos tan variados como ciudades, casas, cisternas, silos, templos o tumbas.
[4] Sus primeras manifestaciones se remontan a la prehistoria,[2] y mantienen una producción significativa hasta la Edad Media.
Estas últimas arquitecturas, sin embargo, en tanto que no están excavadas en roca pura y por tanto necesitan una subestructura o cualquier tipo de paramento o material separador o sustentador del terreno, es decir, en tanto que están construidas en lugar de esculpidas, ya no pertenecen estrictamente al ámbito rupestre.
Aunque desde sus inicios el ser humano aprovechó el refugio ofrecido por cuevas y grutas, adornando sus paredes con todo tipo de grabados y pinturas rupestres, no se puede hablar estrictamente de arquitectura hasta que el espacio rocoso empezó a ser sensiblemente modelado o directamente creado por la mano del hombre.
[3] Con frecuencia las intervenciones humanas sobre el entorno natural se produjeron tanto por adición (construcción) como por sustracción (excavación o esculpido), dominando una u otra según las culturas.
Es un hecho notorio que esta costumbre tuviese un reflejo similar en la cultura china, dos mil años más tarde.
La India es el país oriental con más ejemplos de arquitectura rupestre, realizada primero por los budistas, luego por hinduistas, y finalmente por jainistas.
La religión cristiana ha generado multitud de iglesias y ermitas rupestres en países tan distantes como España, Turquía o Etiopía.
(imagen)[8] También se han dado, no obstante, importantes ejemplos de arquitecturas excavadas con fines civiles.
Esta vocación defensiva también posee manifestaciones más tardías en diversos castillos medievales, con particular incidencia en Centroeuropa (los llamados Höhlenburg o Grottenburg).
Por su naturaleza, la arquitectura rupestre está íntimamente relacionada con la escultura, siendo en ocasiones imposible establecer una frontera entre ambas disciplinas.
Este hecho ha sido evidenciado por varias obras inconclusas encontradas en Petra (Jordania) y en la ciudad de Midas, donde la parte inacabada era siempre la inferior.
[5] Esta particular característica se ha justificado por la conveniencia de evitar que la roca desprendida pudiese dañar las partes inferiores o a los propios trabajadores.
Todos los ejemplos conocidos de arquitectura monolítica sirven a fines religiosos.
Este tipo de edificios, utilizados normalmente con fines defensivos, como templos, o como ambas cosas, se han dado también en diferentes culturas.
En la Edad Media las fortalezas defensivas semirupestres fueron relativamente comunes en Centroeuropa, destacando las regiones del Tirol y Baviera.
En Grecia son conocidos los Meteora, una escarpada zona rocosa con presencia de ermitaños habitando fisuras y huecos, y que en torno al siglo XIV pasaron a habitar las zonas altas.
En Norteamérica esta arquitectura mixta tiene una conocida representación en los pueblos de la cultura Anasazi.
Estos alcanzaron su máximo apogeo coincidiendo con la II Guerra Mundial, siendo quizás su ejemplo más imponente la Línea Maginot.
Contemporáneos a estos, pero con fines puramente civiles, se encuentran las redes de metro.
La evolución de las mastabas hacia las pirámides, acaecida en torno al siglo XXV a. C., no eliminó las cámaras funerarias subterráneas.
El segundo surge tras la ocupación musulmana durante el siglo VIII, y se manifiesta especialmente en el sureste de la península, siendo las comunidades de Andalucía y Valencia las más ricas en restos arqueológicos, los cuales en algunos casos siguen aún habitados.
Favorecida por la blanda roca volcánica, la arquitectura rupestre alcanzó un notable desarrollo en las Islas Canarias.
También en las Islas Baleares cabe hacer meción a la posesión de Es Cosconar, cuyas casas fueron construidas en la roca.
Su ubicación en laderas escarpadas servía como protección y escondite ante los ataques de las tribus nómadas (navajos, apaches, etc.).
En el norte y centro del país era práctica común aprovechar grutas naturales o excavar la roca para crear dichos templos.
[33] Las grutas se caracterizan por presentar las paredes columnadas y por una bóveda semicircular que en ocasiones adoptaría una característica forma de herradura con acanaladuras.
[37] Entre los conjuntos de Viharas más famosos se encuentran: Otros templos rupestres indios son: En las ciudades de Naqs-i Rustam y Persépolis (actual Irán) se encuentran ejemplares de tumbas rupestres tardías,[46] atribuidas a los reyes persas aqueménidas del siglo V a. C. Darío I, Jerjes I y Artajerjes I y II.
[9] Con el tiempo, también las iglesias cristianas fueron invadidas por la población y readaptadas como viviendas, establos o graneros.