[1][5] El ejército de Constantino desembarcó en la orilla asiática del Bósforo, en un lugar llamado «Promontorio sagrado» y marchó hacia el sur en dirección a Calcedonia.
Tras retirarse a su tienda de campaña para buscar la guía divina, Constantino decidió tomar la iniciativa.
Licinio había desarrollado un recelo supersticioso en contra del lábaro y prohibió a sus tropas atacarlo o siquiera mirarlo.
[8] Otros testimonios, como el de Eutropio o Jerónimo, fueron por contra críticos con Constantino por mandar matar a Licinio incumpliendo, así, el juramento dado con anterioridad.
Tras la conquista de la parte oriental del Imperio Romano, Constantino tomó una de las decisiones que lo hizo más famoso: darle a esa parte del imperio una capital propia y transformarla en la segunda capital imperial.