Calasanz

Esta zona del pre-Pirineo aragonés es frontera entre las comarcas de La Litera (La Llitera), a la cual pertenece, y La Ribagorza (La Ribagorça).

Al igual que muchos de los pueblos de la zona, Calasanz tiene un habla local que es similar en algunos aspectos o palabras a otras poblaciones cercanas y propia en otros, perteneciente al dialecto ribagorzano.

Varios historiadores y estudiosos de la toponimia, como el prestigioso Dr. Corominas, creyeron que el origen de Calasanz estaba en la raíz árabe (castillo) y la latina (del santo), equivalente a castillo del santo.

El escolapio P. Julio Campos, basándose en la cita documental de Calasanz, en el siglo VI, opina que el topónimo derivaría del prefijo prerromano o celta y el latín .

El ilustre escolapio cree que la interpretación toponímica correcta sería "el monte del santo".

En efecto, el culto y la dedicación a este santo de santuarios e iglesias en España aparecen extendidos a finales del siglo IV, pues lo insinúa el poeta Prudencio en uno de sus poemas.

Por fin, en el 1090 caerá Calasanz junto con otros castillos del Norte de La Litera: Rocaforte, Pelegriñón, Camporrells, etc.

Dos años más tarde, Pedro I, que quería dominar el valle del Cinca, sitia Calasanz, según narra el historiador Zurita.

“Dominus Petrus filius eius tenuit comitatum qui anno incarnatione Domini MCII cepit Calasanz” El rey mandó construir el eremitorio de San Bartolomé y dio una feria a la localidad.

En el año 1124, el rey Alfonso I está en la villa, desde donde concede fueros de población a Aínsa.

Los propietarios más importantes eran Ignacio Paúl, Pío Naval y Ramón Sesé.

En el año 1981, Antonio Alós Pascau publica el libro Calasanz con el importante mérito de recoger romances y poemas en el dialecto local.

Al estar situado el casco urbano sobre una colina, existen bellos rincones donde disfrutar de espléndidas vistas sobre toda la comarca.

La iglesia parroquial del siglo XVII está dedicada a San Cipriano.

Sobre la cima de la colina, donde está situada la villa, se encuentra un complejo arquitectónico conocido como el castillo, fortificación que dominaba la población.

Está construida en sillería y rematada por una moldura, forma un arco de medio punto bajo el que hallaba la pila.

Actualmente está en desuso; de hecho, el asfalto del camino que conduce hasta ella la oculta parcialmente.

También se usaba en la medicina como medio para calmar el dolor, atenuar inflamaciones o detener hemorragias.

Las salinas de Calasanz aprovechan el agua salada que se recoge en un ancho pozo situado en el fondo del barranco.

De este modo, se facilitaba la rápida evaporación del líquido mientras las sales que llevaba en disolución quedaban depositada en las balsas.

Estuvo en actividad hasta finaless del siglo XX, produciendo unas 100 toneladas de sal al año.

Actualmente no existe actividad, estando sus instalaciones en desuso, aunque se conserva el pozo y parte de las eras.

En 1856 fueron adquiridos por José Rami Cambray y su esposa, quienes al año siguiente compartieron la propiedad con otros catorce vecinos de Calasanz.

El término está dominado por la cumbre de Buñero que, con sus 1.108 m, posee la máxima altura comarcal.

En cuanto a ganadería, existen algunas granjas de conejos, cerdos y cabras.

Salinar.