Carlos Lamarca

[1]​ A los 16 años, participó en manifestaciones callejeras durante la campaña nacionalista "O petróleo é nosso!"

Su primer puesto fue en el 4.º Regimento de Infantaria en Quitaúna, Osasco, São Paulo.

En una carta a amigos, afirmó que si fuera preciso entrar en combate, entraría al lado de los árabes, impresionado por la realidad de este pueblo en la región, que consideraba cruel.

[1]​ A pesar de que se realizó una investigación por este motivo, ésta no terminó en nada.

[1]​ En 1965, Lamarca es transferido a su unidad de origen en Quitaúna, donde se reencuentra con Darcy Rodrigues, sargento del ejército con una militancia previa en la sección juvenil del Partido Comunista de Brasil[3]​ y que había sido reintegrado al ejército tras pasar dos meses en prisión en 1964.

El mismo año, irónicamente, mientras sus ideas sobre el socialismo y la necesidad de desertar maduraban, Lamarca actuaba como instructor de tiro para cajeras del banco Bradesco por indicación del ejército para ayudarlas a enfrentar los asaltos que entonces hacían las organizaciones guerrilleras que se oponían a la dictadura.

Lamarca dejaba las Fuerzas Armadas y entraba en la clandestinidad, en la cual viviría hasta su muerte.

Desde ese entonces, Lamarca pasó a vivir en "aparelhos" en la ciudad de São Paulo.

Su rutina era despertar, comer, fumar, beber café, estudiar, leer libros sobre marxismo para aumentar su conocimiento teórico y dormir.

Durante la operación, Lamarca mata a tiros al guardia civil Orlando Pinto Saraiva, cuando éste intentaba impedir el asalto intentando dispararle al sargento Darcy en la salida del banco.

Tras diez meses en "aparelhos" en la ciudad, Lamarca dejó São Paulo en compañía de Iara y de 16 compañeros más en dirección al Valle do Ribeira, donde el grupo pretendía hacer entrenamiento militar.

Bloqueron caminos vecinales, detuvieron a 120 personas, bloquearon Carretera Régis Bittencourt y usaron una B-26 de la Fuerza Aérea Brasileña para bombardear áreas civiles sospechosas de cobijar a los guerrilleros.

La Policía Milite (entonces Fuerza Pública) fue avisada y una barrera montada en Eldorado Paulista.

El enfrentamiento siguiente, esa misma noche, fue cerca de Siete Barras.

La tropa de vigilas militares, un teniente, dos sargentos, dos cabos y once soldados, están muertos, heridos o aprisionados.

Hambrientos y con los pies heridos, el grupo resolvió intentar la suerte en la carretera.

El más joven, sin ficha en la policía, Gilberto Haría Lima, hace señal para un autobús de la línea Siete Barras-Son Miguel y va aunque sin ser incomodado.

Los ocupantes, cinco soldados, fueron rendidos y dejados de cuecas dentro del vehículo.

Lamarca, escondido en São Paulo, no participa, pero su fama lo lleva a ser anunciado por las autoridades como comandante del secuestro.

Bucher fue víctima del más largo secuestro político ya acontecido en Brasil.

El gobierno militar, que había cedido rápidamente a las exigencias en los anteriores, esta vez resolvió endurecer y se rechazó a liberar 13 de los presos pedidos en la lista enviada por la VPR.

Fue el fin del ciclo de secuestros políticos durante la dictadura militar.

Aún no estando más en el confinamiento de los aparatos, Lamarca vivía confinado en una tienda, tomaba baño de noche y enterraba las heces para no dejar rastros.

Comenzó ahí a escribir cartas para Iara, donde demostraba su estado de ánimo, su amor por ella y se imaginaba triunfante en la guerra que trababa.

Su dispositivo montado en Buriti era basado en José Campos Barreto, el Zequinha, ex-metalúrgico organizador de varias huelgas en el ABC Paulista en 1968 y que ya había pasado por la VPR y por la VAR-Palmares, antes de conectarse al MR-8.

Cruzando los datos de topografía y vegetación descritos en ellas, junto con informaciones conseguidas con militantes del MR-8 capturados en Bahía, los militares identifican el área de Buriti Cristalino como el probable escondite del excapitán.

Un niño vio los dos hombres acostados descansando bajo una baraúna y en poco tiempo la noticia llegó a los perseguidores.

Betti volvería a interpretar Lamarca doce años después, en Zuzu Angel, también de Rezende.

En 2010, sin embargo, acatando acción del Club Militar, la jueza Cláudia María Pereira Bastos Neiva de la 14.ª.

Su exclusión del Ejército se dio por abandono, caracterizado en la época como crimen de deserción."

Los cuerpos de Lamarca y Zequinha Barreto en el suelo de la base aérea de Salvador después de la muerte en Pintada , interior de Bahía .
Placa de la turma de la Escuela Preparatória de Cadetes, hoy Colegio Militar de Porto Alegre, cuyo nombre de Carlos Lamarca fue removido y después restaurado (en destaque).