La conquista musulmana de Siria (árabe: الفتح الإسلامي لبلاد الشام) tuvo lugar en la primera mitad del siglo VII,[1] y hace referencia a la región conocida como País de Sham, el Levante mediterráneo o la Gran Siria.
Esto produjo mucha opresión en la población de Siria, sobre todo en la aramea, helena y árabe.
[4] Así pues, poco antes de la conquista musulmana, los romanos (que por aquella época ya habían pasado a llamarse bizantinos) estaban todavía reconstruyendo sus estructuras de poder en la zona, que en determinados lugares habían estado ausentes durante casi dos décadas.
Por lo tanto, esta disposición defensiva permitió a los musulmanes penetrar en territorio bizantino hasta la propia Gaza antes de encontrarse un ejército regular que se les opusiera.
Tras el llamamiento hecho desde Medina, se reclutaron rápidamente nuevos contingentes tribales de toda la península arábiga.
Como Abu Ubaidah no tenía experiencia como comandante de una fuerza militar en tamañas operaciones, y en especial contra el poderoso ejército bizantino, Abu Bakr decidió enviar a Jálid ibn al-Walid al frente sirio para dirigir el ejército musulmán.
Según algunos historiadores modernos, esta ingeniosa maniobra estratégica de Jálid fue la que consiguió desmontar las defensas bizantinas en Siria.
Mientras tanto, Abu Ubaidah ordenó a Shurahbil atacar Bosra, lo cual hizo poniéndola bajo sitio con su pequeño ejército de 4000 hombres.
Tras recibir informes del avance musulmán hacia su ciudad, Tomás se preparó para defenderla.
Pidió refuerzos al emperador Heraclio, que se encontraba en Emesa en ese momento, y envió algunas tropas a retrasar o detener el avance de Jálid a fin de conseguir más tiempo para prepararse para el asedio.
Para aislar a la ciudad del resto de la región, Jálid colocó destacamentos en la carretera hacia Palestina en el sur y hacia Emesa en el norte, así como muchos otros destacamentos menores en distintas rutas que salían de Damasco.
Se acordó un breve armisticio que permitía a los ciudadanos de Damasco obtener la paz a cambio de un tributo anual y que daba al ejército bizantino tres días para alejarse tanto como pudiera.
Además, la invasión de Palestina nunca podría llevarse a cabo con esta gran guarnición en la retaguardia.
Así pues, los musulmanes decidieron avanzar hacia Fahl con Jálid dirigiendo la vanguardia, pero al llegar descubrieron que toda la llanura había sido inundada por los bizantinos bloqueando el río Jordán.
Los cuerpos del ejército musulmán encabezados por Amr y Shurahbil se dirigieron hacia el sur para completar la conquista de Palestina, mientras que los dirigidos por Abu Ubaidah y Jálid, ligeramente más numerosos, se encaminaron a la conquista del norte de Siria.
El ejército bizantino se encontró con los musulmanes a medio camino de Emesa, en Maraj al Rome.
Durante la noche, Theodras envió a la mitad de su ejército hacia Damasco para lanzar un ataque sorpresa sobre su pequeña guarnición.
Heliópolis se rindió a los musulmanes tras oponer poca resistencia y aceptó pagarles tributos.
Tras reclutar considerables ejércitos en Antioquía, Heraclio los envió para reforzar las zonas estratégicamente claves del norte de Siria, como las propias Emesa y Chalcis.
La vanguardia de Jalid se vio momentáneamente detenida por un ejército bizantino al que derrotó sin problemas.
Las experiencias pasadas habían hecho que Heraclio decidiese evitar ahora una batalla campal con el ejército musulmán.
Sin embargo, Umar comenzó sus propias negociaciones de paz con Yazdgerd, invitándolo aparentemente a unirse al islam.
El comandante en jefe bizantino, Vahan, envió a tropas árabes cristianas del rey gasánida Jabala para comprobar la fuerza de los musulmanes.
Abu Ubaidah transfirió en un consejo de guerra el mando del ejército musulmán a Jalid, que actuaría como comandante en jefe y sería el autor intelectual de los planes para la batalla que aniquilaría al ejército bizantino.
Amr sugirió que fuese Jalid quien se hiciese pasar por Umar, dado su gran parecido, pero los sitiados descubrieron la verdadera identidad de Jalid y el califa Umar tuvo que acudir desde Medina a la rendición de Jerusalén en abril del año 637.
La guarnición estaba formada por soldados griegos y encabezada por Menas, un militar de gran prestigio según las crónicas.
Este retiró todas sus fuerzas del norte de Siria y las dirigió hacia Emesa mientras los cristianos la sitiaban.
Aunque Jálid era más proclive a una batalla campal a las afueras del fuerte, Abu Ubaidah derivó el asunto al califa Úmar, quien envió un destacamento de tres ejércitos desde Irak para invadir desde tres puntos Yazirah, la patria de los cristianos invasores.
Yazirah, la última base del Imperio Bizantino en Oriente Medio, cayó en manos musulmanas ese mismo año, rindiéndose de una manera casi totalmente pacífica y aceptando pagar la yizya.
El califa Umar decidió detener a sus ejércitos para consolidar todas sus conquistas en Siria, ahora gobernada por Abu Ubaidah, en lugar de proseguir con una campaña que los adentrase en Anatolia.