La actividad minera se consolidó con la pérdida de Cuba, que significaba el fin del comercio con La Habana.
A principios del siglo XX se asientan en la comunidad grandes empresas especializadas: Nueva Montaña (1899), Solvay (1904) o Sniace (1944).
El desarrollo de esta industria, en el que destacaron los sectores metalúrgico, químico y alimentario, se compaginó solidariamente con la pesca y la agricultura; tras la Guerra Civil se vivió un auge de los sectores tradicionales frente a la gran empresa (telas, cuero, calzado).
En la década de los años 1960 se palió con el desarrollo del turismo y los servicios.
Por otra parte, la integración en la Unión Europea ha provocado grandes transformaciones en el sector primario cántabro, hoy sensiblemente reducido, y especialmente en la ganadería.
Las explotaciones modernas existentes, escasas y de tamaño medio, venden sus productos a la industria alimentaria.
Las tierras cultivadas en el año 2000 ocupaban 12.241 hectáreas, representando solo un 2,3% de la superficie autonómica, y ocupaban a 14.125 personas (6,1% de la población) contando a los ganaderos, que son la inmensa mayoría; estas cifras han descendido desde entonces.
Otras 2.000 ha estaban dedicadas al regadío, parte de ella también destinada a la alimentación del ganado.
Por orden de importancia, los principales cultivos son: forrajes, patata, hortalizas, cereales y frutales.
Un fuerte golpe para el medio rural del Cantábrico que compensaba así la entrada en los mercados europeos de la agricultura mediterránea, entre otros sectores.
Como ha sucedido en múltiples casos, estas áreas industriales han atraído a la población, produciéndose el éxodo rural y repercutiendo en la consolidación de la industria, a pesar de que su auge hoy es mucho menor y la economía regional está volcada principalmente hacia los servicios.
[20] Dentro del sector químico destaca la producción de jabones, detergentes, pinturas y fármacos.
Posteriormente se amplió la producción al silicato sódico y las sales centrífugas y secas, convirtiéndose en una de las fábricas químicas españolas más destacadas, a lo que se añade su gran volumen de exportaciones (120.000 Tm solo a América latina en 1987).
[12] Además de estas dos empresas existen otras importantes, como Bridgestone y las dos fábricas del grupo ASPLA-Armando Álvarez.
[21] En Reocín destacaba AZSA (antigua Real Compañía Asturiana de Minas), aunque su actividad se consideró concluida en 2003,[21] puesto que ya no es rentable aprovechar las últimas vetas de zinc que extraían en las minas a cielo abierto.
[22] Este subsector se extendió en la última década del XIX con la edificación de una gran fábrica conservera en Isla, llamada La Calderona.
En 1887 nace la asociación que dio lugar a Hijos de Carlos Albo, la empresa conservera local más importante.
Mención aparte, aunque no significativa, merecen las empresas dedicadas a producir y comercializar productos alimentarios típicos de la región, como las corbatas de Unquera, el sobao pasiego y la quesada pasiega, entre las que destaca la marca El Macho.
Varios otros municipios se dedican a la producción quesera, bajo una tercera denominación, Queso de Cantabria.
La construcción representa el tercer sector en importancia para Cantabria, después de los servicios y la industria.
Posteriormente, durante los primeros 30 años del siglo XX, se produce un turismo aristocrático que viene simbolizado por la estancia del rey Alfonso XIII primero en el palacio de Las Fraguas y después en el palacio de la Magdalena.
Tras la Guerra Civil la aparición de un turismo playero con miras en las costas mediterráneas y la desviación de fondos hacia la industria provocaron la caída del sector, que no se recuperó hasta los años '80, aunque poco regulado.
Nuevamente el turismo extranjero es escaso, pues solo llegaron 33.199 turistas de ese total.
Aquí la distancia entre turistas nacionales y extranjeros se acorta, habiendo sido los últimos 219.691; aun así no llegan a ser la cuarta parte de los españoles.
Otro atractivo de la región son las numerosas cuevas, tanto por sus pinturas rupestres como Altamira o La Pasiega, declaradas Patrimonio de la Humanidad, como por sus formaciones kársticas, como El Soplao, habilitada para su visita en el año 2005, donde además puede practicarse espeleología.
Mejor conservado está el patrimonio eclesiástico medieval, donde destacan las cuatro colegiatas románicas de Cantabria.
Cantabria cuenta actualmente con buenas comunicaciones, lo que aumenta exponencialmente la llegada de turistas.
[24] La actividad comercial de Cantabria se concentra principalmente en Santander y Torrelavega, siguiendo una estructura nuclear similar a la del subsector servicios.
En 2017 el aeropuerto de Santander movió 10.989 vuelos con 937.641 pasajeros lo que supuso un aumento del 20.5% respecto al año anterior.
Más del 70% de las exportaciones cántabras las acapara la Unión Europea, especialmente Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal.