Felipe Benicio Alfau

Como primer embajador de la República Dominicana en España, negoció en Madrid un protectorado español para el país en 1859.

Además, tuvo otro hijo, Antonio Abad (1817-1871), quien fue cercano compañero de Felipe, y ambos fueron conocidos como "Los hermanos Alfau".

Con la ocupación haitiana de Santo Domingo, fue forzado a enlistarse en el Ejército haitiano debido a la implementación del servicio militar obligatorio impuesto por el poder ocupante.

En agosto de dicho año, brindó su ayuda para ocultar a Duarte mientras era perseguido por el gobierno haitiano.

Después, cuando Duarte tuvo que irse al exilio, Alfau fue nombrado jefe y coronel de la Guardia Nacional de Haití en Santo Domingo, cargo que había tenido Duarte.

[2]​ En noviembre de 1843, el coronel Alfau agredió a golpes al militar negro Eugenio Contreras por una falta, lo que provocó un desorden con varios heridos.

La disputa escaló velozmente, al punto de que se temió un choque armado entre ambos.

Santana, quien se encontraba cerca, intervino personalmente para apaciguar la situación, pero fue entonces cuando Pérez le dijo: «Si Roma tuvo un Bruto, Santo Domingo también lo tiene».

Con estas palabras, Pérez hacía una referencia directa a Marco Junio Bruto, uno de los principales conspiradores en el asesinato del dictador romano Julio César, sugiriendo veladamente la posibilidad de una conspiración contra Santana.

La declaración alarmó profundamente a los oficiales del Jefe Supremo, quienes interpretaron la frase como un indicio de un complot y rápidamente alertaron al pueblo sobre un supuesto intento de asesinato contra Santana.

Sin embargo, Báez no cumplió con lo pactado y participó en las elecciones vicepresidenciales, resultando ganador.

Frente a esta rebelión, Alfau se refugió en un consulado extranjero en julio de 1857, dejando su puesto como senador.

Finalmente, el 28 de julio, se celebró la conferencia en La Granja, donde Álvarez presentó propuestas dominicanas para establecer un protectorado bajo la Corona española, que incluían compromisos mutuos.

Asimismo, fomentaría la inmigración de colonos españoles para poblar la República Dominicana.

El ministro Calderón Collantes mostró una actitud favorable hacia varias de las propuestas, aceptando las tres primeras condiciones y comprometiéndose a brindar asistencia militar e inmigración a corto plazo.

Sin embargo, no se alcanzó un acuerdo sobre la concesión de recursos para el astillero en Samaná.

Pese a las discrepancias, España reafirmó su compromiso de apoyar militarmente a la República Dominicana, enviando pertrechos, buques de guerra y agentes consulares para respaldar al presidente Santana.

También aceptó enviar oficiales y sargentos para entrenar las fuerzas armadas dominicanas.

Aunque ya había sido decidido en la Santa Sede, la formalización dependía de las bulas papales.

El 27 de abril de 1860, el presidente Santana envió una carta a Isabel II, en la que manifestaba su interés no solo en un protectorado, sino en la plena anexión del país a España.

Por otro lado, la emigración, inicialmente una idea, tomó forma concreta en mayo de 1860, cuando Alfau tuvo la autorización dominicana para poner en marcha su plan para fletar un barco desde el puerto de Alicante.

También se transportaron armamentos como fusiles, carabinas rayadas y piezas de artillería.

Lo que se envió a la Corte española fue que, con la anexión, España respetaría las libertades individuales, prohibiría la esclavitud y otorgaría al territorio dominicano plenos derechos como provincia española.

La respuesta de la Corte no se hizo esperar, y en diciembre de 1860, Leopoldo O'Donnell y Jorís señaló a Francisco Serrano que no era el momento adecuado para una anexión inmediata.

No obstante, sugirió que se esperara al menos un año antes de tomar una decisión definitiva.

Leopoldo O'Donnell dejó claro que, si la anexión debía ocurrir, debía ser un acto espontáneo, sin intervención militar española y con el consentimiento unánime del pueblo y las autoridades dominicanas.

Haití ya no tendrá nada que ver con Santo Domingo, sino con España».

[11]​ En la España peninsular, Alfau inició una exitosa carrera militar al servicio de la corona.

Durante la defensa del Palacio Real, su hijo Antonio Alfau Baralt sufrió una herida en una pierna que lo incapacitaría permanentemente para la carrera militar.

Tras la ceremonia, el cuerpo fue conducido al cementerio de San Fernando, donde fue enterrado.

Felipe Alfau salva de ser linchado por oficiales de Pedro Santana a su colega trinitario Juan Isidro Pérez .
Busto de Felipe Alfau en el Parque Independencia de Santo Domingo , República Dominicana .
Retrato de Felipe Alfau.