Gobierno de José Canalejas

Su aproximación a los republicanos abrió una crisis en el partido liberal que fue aprovechada por el rey para intervenir y nombrar en febrero de 1910 a José Canalejas como nuevo presidente del gobierno.

Pocos días después Moret solicitó al rey el decreto de disolución de las Cortes para convocar nuevas elecciones pero Alfonso XIII no se lo otorgó y Moret tuvo que dimitir.

Según sus allegados Moret se mostró «dolido y amargado con la conducta del rey para con él».

El rey por su parte le explicó al embajador francés que Moret se encontraba en una «situación falsa» al no tener el apoyo del resto de líderes liberales y que además había sido demasiado complaciente con los republicanos.

Tras las consultas preceptivas el rey nombró en febrero de 1910 nuevo presidente del gobierno a José Canalejas, de quien el monarca consideraba que «tiene ideas avanzadas pero es inteligente y activo; sabrá imponer su autoridad».

En el gobierno moderó su radicalismo —«todo lo que sea forzar la evolución es destruirla», dijo— aunque en cuanto ocupó el cargo remarcó que «no he venido a ocupar la Presidencia del Consejo; he venido a ejercerla».

Al mismo tiempo intentó recomponer las relaciones con el Partido Conservador y superar la «implacable hostilidad» que había manifestado Maura hacia los liberales, cuando éstos forzaron su desalojo del poder tras la crisis de la Semana Trágica.

[9]​ Para fortalecer la posición del Estado Canalejas se propuso reducir el peso de las órdenes religiosas, mediante una ley que las tratara como asociaciones, excepto a las dos reconocidas en el Concordato de 1851.

Mientras las Cortes debatían la nueva ley, se aprobó en diciembre de 1910 una disposición transitoria y temporal conocida como Ley del Candado según la cual no se podrían establecer nuevas órdenes religiosas en España durante los dos años siguientes.

Pero la ley quedó prácticamente sin efecto al aprobarse una enmienda según la cual si pasados dos años no se había aprobado la nueva ley de asociaciones se levantaría la restricción.

[12]​ En cuanto al papel del rey, según Julio de la Cueva Merino, Alfonso XIII «hizo cuanto pudo para moderar los extremos más afilados de la política anticlerical del gabinete», insistiendo en que se restablecieran las relaciones diplomáticas con la Santa Sede y en que las medidas adoptadas por el gobierno se acordaran con ella.

No tiene más inconveniente que el estar un poco verde en la cosa religiosa, pero yo acabaré por catequizarlo».

[18]​ Mayor éxito tuvo el gobierno en las reformas emprendidas para abordar la cuestión social.

El único detenido que permanecía condenado a muerte por aquellos acontecimeintos fue indultado en enero de 1912 por la intervención del rey, quien según el embajador italiano pretendía evitar la repetición del caso Ferrer.

Los «consumos», a los que el propio Canalejas consideraba «una expoliación del proletariado», fueron suprimidos.

Declaró entonces que «un liberal centralista era un sujeto digno de la Paleontología o la Arqueología».

Pero este proyecto se vio obstaculizado por un sector de su propio partido encabezado por Segismundo Moret, y apoyado por el diputado Niceto Alcalá Zamora.

Canalejas y sus ministros a la salida del Palacio tras jurar los cargos durante la crisis de gobierno de marzo de 1912.
Congreso fundacional de la CNT en 1910
«Del circo político», en Gedeón , abril de 1912. Los liberales Luque y Coca , García Prieto , Arias Miranda , Barroso , Alba y Canalejas .
Retrato de Enric Prat de la Riba , cuando era presidente de la Diputación Provincial de Barcelona .