Historia de la Armada española

En estos primeros tiempos, la marina de guerra española, al igual que en los demás países europeos (salvo la República de Venecia), no existía en el sentido que la entendemos hoy, esto es, formada por barcos pertenecientes al Estado y especialmente hechos para la guerra.

No obstante, sí existían flotas militares más o menos permanentes que, cuando era necesario, se reunían para cumplir determinada misión.

Por distintos motivos, tanto Castilla como Aragón necesitaban controlar la margen sur del Mediterráneo haciendo nuevamente cierta la frase «eran una voluntad en dos cuerpos».

No se pretendía conquistar todo el Magreb, sino asegurar las costas ibéricas e italianas de los continuos ataques berberiscos.

A este contingente añadió el papa nueve galeras, la Orden de Malta otras seis y Portugal un galeón.

A estas cien naves Carlos V trae toda la flota española desde Nápoles, Sicilia, Vizcaya y Málaga.

[5]​ En esta ocasión, la armada reunida por el emperador desembarcó a 25 000 hombres, entre 4000 veteranos de las guerras en Italia, 9000 recién reclutados, 7600 alemanes y 5000 italianos.

En la realidad, al Imperio otomano no le costó mucho reponerse de la derrota en cuanto a los barcos se refiere.

Por estos motivos la batalla de Lepanto no tuvo grandes repercusiones estratégicas; pero sí morales, pues era la primera vez que las armas otomanas cosechaban una derrota contundente frente a las cristianas.

La invasión de Portugal pudo terminar ahí si no hubiera sido por la codicia, que tantas veces perdería a los españoles en América, y los hombres que lo encontraron no se hubiesen dejado sobornar para permitirle la huida a las islas Azores (fieles al prior de Crato).

[17]​ Por consiguiente, el transporte de las mercancías estaba asegurado si no mediaban tormentas que mandaran a pique muchos barcos.

Tras esta victoria cundió el optimismo en la corte de Isabel I, e incluso la euforia, lo que les llevó en parte a organizar la Contra-Armada.

Pero esto no es algo único: Japón nunca fue invadido por los mongoles gracias al llamado Viento Divino (Kamikaze, en japonés).

Según algunos historiadores, como Mariano González Arnao, si Felipe II no planificó concienzudamente la invasión de Inglaterra, más bien aguardaba la intervención divina en una causa que debía ser también la suya.

Esta guerra y las negligencias cometidas en ella llevaron a nuevas derrotas para las armas españolas, llegando incluso al propio territorio peninsular.

Esta fue la primera vez que los británicos se dieron cuenta de la calidad del diseño español y su construcción.

Su gesta evitó la invasión británica de Puerto Rico y las catastróficas consecuencias que hubiera tenido para España.

[26]​ Los planes del monarca español consistían en invadir Gran Bretaña en conjunción con Francia y asediar la plaza de Gibraltar.

[27]​ Ninguno de estos planes, sin embargo, pudo llevarse a cabo, y los británicos tomaron la iniciativa desde un primer momento.

[33]​ Además de estos reveses cabe destacar la insignificancia, al contrario que en otras guerras, del corso español.

[37]​ En 1817 se elaboró un Plan Naval para la reconstrucción de la flota por parte del ministro Vázquez Figueroa, cuya intención era adquirir 20 navíos, 30 fragatas, 18 corbetas, 26 bergantines y 18 goletas.

La Armada se encontraba afectada por la larga crisis económica y política que padecía España a fines del siglo XIX.

[38]​ Esta situación fue hábilmente utilizada por los líderes norteamericanos que vieron en esto la oportunidad de presentar ante el mundo la nueva América como novísima potencia mundial económica y militar.

Y en verdad significó el gran impulso para la nación estadounidense, pero para su antagonista, la acentuación de una crisis que no se resolvería sino hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la Armada española consiguió recuperar sus fuerzas y ubicarse nuevamente entre las armadas más importantes del mundo.

Los británicos aceptaron de buen grado transferir tecnología, diseños, personal especializado y hasta materiales que no se fabricaban en España.

A ello se sumaba la lista habitual de buques auxiliares como petroleros, transportes, aljibes, remolcadores, lanchas, patrulleras y pontones.

Este programa nunca se llegó a efectuar por su coste astronómico y por el devenir de los acontecimientos posteriores.

El portaaeronaves Almirante Carrero Blanco (prevista su botadura en 1981) y que se bautizaría finalmente como Príncipe de Asturias.

[62]​ Este anteproyecto fue retomado por la Empresa Nacional Bazán, modificado y ampliamente mejorado hasta convertirlo en el  Príncipe de Asturias (R11).

Además estaban en construcción las corbetas Clase Descubierta F-30, estando previstas 8, aunque finalmente las dos últimas se vendieron a Egipto en 1982.

Bandera de proa , tajamar o torrotito de la Armada.
Los dominios españoles en el Mediterráneo no disponían de conexión por tierra, por lo que un transporte marítimo seguro era esencial.
El cardenal Cisneros , promotor de las campañas contra la piratería berberisca , liberando cautivos en Orán
La capacidad de carga de una nao podía cubrir el coste de una expedición entera, como hizo la Victoria a su vuelta de la expedición de Magallanes y Elcano. En la foto, una réplica realizada en Isla Cristina en visita a Japón .
El almirante Álvaro de Bazán , célebre en el manejo de galeones de guerra durante el siglo XVI
Los galeones fueron piezas muy codiciadas. Por eso Francis Drake no tuvo reparos en abandonar su flota para saquear uno durante los combates contra la Gran Armada .
El Revenge , buque insignia de Drake en 1589, en el momento de su captura por parte de la Armada Española en aguas de las islas Azores en 1591, dos años después del desastre inglés de la Contraarmada .
Ataque británico durante la batalla de Cartagena de Indias que supuso un descalabro monumental para Gran Bretaña y para la Marina británica , gracias a la hábil intervención de la Armada Española comandada por el almirante Blas de Lezo .
Blas de Lezo , uno de los más grandes almirantes de la Armada Española y héroe del sitio de Cartagena de Indias .
Zenón de Somodevilla, marqués de La Ensenada , el gran reformador de la Armada Española
corbetas Atrevida y Descubierta , al mando de Alejandro Malaspina y José de Bustamante , conformaron la Expedición Malaspina (1789-1794) , un viaje de tipo político y científico alrededor del Mundo, con el fin de visitar la gran mayoría de las posesiones españolas en América y Asia.
Vista lateral del navío de línea Santísima Trinidad (1769), con sus cuatro puentes y 140 cañones fue apodado «El Escorial de los mares». Fue el buque insignia de la escuadra española responsable del apresamiento de 52 buques británicos el 9 de agosto de 1780 .
Jorge Juan y Santacilia , apodado en el continente europeo como «El sabio español», fue el principal artífice de la reforma integral del modelo naval español en el siglo XVIII .
Episodio de la Batalla de Trafalgar de Francisco Sans Cabot (1862). El lienzo muestra a marinos españoles supervivientes del navío de línea Neptuno , que tras la batalla de Trafalgar se estrelló y hundió debido a un temporal en las inmediaciones del castillo de Santa Catalina de El Puerto de Santa María (Cádiz). [ 36 ]
La fragata blindada Numancia , primer buque blindado en circunnavegar el Mundo.
Flota española del Almirante Cámara anclada en el canal de Suez, formada entre otros por el acorazado Pelayo o el crucero Carlos V y que finalmente no intervino en la guerra hispano-estadounidense de 1898.
Acorazado España , de la clase España , en el puerto de Bilbao con motivo de una visita que hicieron los reyes en 1915.
Emblema de la Armada Española (1931-1939)
Destructor de la clase Churruca Alcalá Galiano en 1931.
Insignia del Cuerpo General de la Armada Española (1939-1975)
Pruebas de mar del crucero Almirante Cervera (aun sin armamento)
El crucero pesado Canarias fue el buque insignida de la Armada desde 1939 hasta su baja en 1975.
El portaaviones Príncipe de Asturias (R-11) , buque insignia de la Armada Española hasta el año 2013
El submarino Delfín (S-61) , preservado desde 2004 como buque museo en Torrevieja ( Alicante ), considerado por tanto el primer «museo flotante» de estas características en España.