Desterrado con los demás jesuitas al año siguiente, se trasladó a Francia, donde acabó sus estudios.
Residió en la capital catalana hasta septiembre de 1888, año en que fue destinado a Manresa.
Allí fundó la Congregación del Magisterio Valentino[1] y organizó en 1913 la peregrinación a Roma de unos 400 maestros.
[2] Gran estudioso de la Biblia, Juan Marín del Campo afirmó que el Padre Solá era, junto con el Padre Lino Murillo, uno de los dos escriturarios españoles más sabios que había conocido.
Cuando Francia se preparaba a celebrar el centenario de «la infame Revolución del 89», los buenos españoles debían apoyar con su nombre, hacienda y vida el centenario de la unidad católica española.