[1] Según muchas teorías actuales, desciende de una lengua protoitálica común y hay quien pone al latino-falisco como una rama separada del osco-umbro con mayor relación a muchas otras lenguas itálicas y con el celta.
La definición no es arbitraria, sino que los términos refieren a escritos con convenciones ortográficas y formas de palabras que generalmente no se encuentran en obras escritas durante el Imperio romano.
La inscripción más antigua conocida de la lengua latina aparece en la fíbula prenestina.
Ambas etiquetas se remontan al menos a finales de la República romana.
Son obras completas o casi completas bajo su propio nombre que han sobrevivido como manuscritos copiados de otros manuscritos en cualquier escritura que estuviera vigente en ese momento.
Además se encuentran fragmentos de obras citadas por otros autores.
Numerosas inscripciones escritas por diversas técnicas (pintura, grabado, relieve) en sus soportes originales han sobrevivido tal como estaban, excepto por los estragos del tiempo.
Se cree que la pronunciación era esencialmente la misma que en el latín clásico:[10] Estas diferencias no necesariamente coincidieron entre sí y no eran universales, es decir, < C > se usó tanto para c como para g.