Más tarde todo el término territorial sería encomendado a la Orden de Santiago, permaneciendo en letargo hasta la llegada de los moriscos.
La loza esmaltada de Hellín está clasificada en cinco grupos básicos: De calidad superior a la alfarería primaria y a las piezas vidriadas de su producción, la loza de Hellín más representativa lleva una cubierta blanca (vidriado estannífero a partir del óxido de plomo mezclado con estaño) impermeabilizante conseguida con la primera cocción.
Los primeros alfareros documentados fueron Juan de Padilla, Rafael Padilla y su mujer Catalina Pérez (estos dos últimos, autores del pavimento del camarín de la iglesia del Rosario de Hellín).
Las piezas más producidas fueron: fuentes de solero, lebrillos grandes (aquí llamados zafas), platos de vajilla: En menor medida: jarras, especieros, albarelos y alguna bacía.
El ornamento con más personalidad es quizá la colleja, hierba silvestre que crece entre el trigo, comestible y típica de la cocina popular manchega.