[1] Hablando de los sucesos de San Сагlos de la Rápita, dijo el escritor liberal Antonio Pirala en su Historia contemporánea: Pablo Morales fue el alma de aquella conspiración y de aquellas notables conferencias con altos personajes liberales; y tanto trabajó por su causa, que el pretendiente Carlos VI le dio amplias facultades para que organizase Juntas allí donde lo creyera conveniente, constituyéndolas con quienes juzgase más aptos para ello, autorizándole asimismo para disolver todas aquellas que conceptuase innecesarias o inútiles para el servicio.
[1] Al no haber un plan definitivamente aceptado, Pablo Morales se encargó de él, así como del programa político, redactando al efecto el Manifiesto que había de dar el Conde de Montemolín, a quien se lo presentó en Maguncia y quien lo aceptó y firmó sin objeción alguna.
[1] En 1867 el ministro Luis González Brabo, quien ante la revolución que avanzaba a pasos agigantados quería tener al frente de las provincias hombres de inteligencia y energía, ofreció a Pablo Morales el Gobierno civil de Barcelona, y al rehusarlo le dio a elegir el que quisiera, pero Morales no aceptó ninguno, porque sus ideas carlistas le impedían servir a ningún Gobierno que no fuese «representante de la legitimidad».
[1] Entre los servicios que prestó Morales, pueden citarse sus viajes a Madrid y a la frontera para conferenciar con ciertos generales; su viaje a Portugal para ponerse de acuerdo con los legitimistas del país vecino; sus numerosas entrevistas con Cabrera, procurando traerle a su terreno; las comisiones que desempeñó cerca de Joseph Marie Piétri, secretario de Napoleón III, y sobre todo las entrevistas que tuvo con dicho señor en Saint-Cloud poco antes de declararse la guerra franco-prusiana.
Después sus planes iban mucho más allá, y al cabo de ellos veía en lontananza el éxito deseado de toda la vida, tras del cual sólo esperaba morir con la conciencia tranquila.
[1] En una ocasión dijo: Pablo Morales falleció en una habitación del hotel de Oriente, donde residía.