En la partida de los dos primeros no hubo dificultades, sin embargo, hubo problemas con aquellos sobre los camarotes, puesto que se encontraban a 2,4 metros de la cubierta y para la bajada se requería una pieza almacenada en la sala del contramaestre que en aquellos momentos era prácticamente inaccesible al estar inundada.
"[16] Tanto el Titanic como sus buques hermanos fueron diseñados para portar más botes salvavidas de los necesarios (una cantidad superior a 64).
Tanto marineros como constructores tuvieron una opinión desfavorable hacia la efectividad de los botes y consideraron que era más importante construir un barco "insumergible".
[22] En la mañana anterior al hundimiento hubo programado otro simulacro que se canceló por órdenes del capitán Smith, quien quiso hacer un último servicio dominical antes de su jubilación.
[50] Al igual que con el bote 7, hubo problemas con las cuerdas y las poleas, sin embargo se pudo bajar a la superficie de manera segura.
Cosmo Duff-Gordon estuvo observando desde la cubierta junto con su mujer y su secretaria, Laura Mabel Francatelli, cómo bajaron las tres primeras embarcaciones.
Lejos de ceder, se mostró beligerante en todo momento y declaró a los presentes: "es inútil volver atrás.
[76][77] Los Hart, otra familia de segunda clase, se habían acercado a unos cuatro botes salvavidas con anterioridad pero ya sin plazas para nadie más.
Algo en las mismas entrañas del Titanic explotó y millones de chispas se desbocaron hacia el cielo.
Este resultó ser un muy buen plan, e hizo que nuestro rescate fuera aún más seguro cuando llegó el Carpathia.
Bogaron hacia donde el buque se había sumergido, encontrando allí una escena dantesca; cientos de cadáveres flotando con sus chalecos salvavidas entre los restos del naufragio.
[89][75] El resto de los rescatados fueron William Fisher Hoyt —de primera clase, se le trató de reanimar pero falleció poco después—, Fang Lang —de tercera clase, una vez salvado, se recuperó y remó junto a los demás para mantenerse caliente[76]— y Emilio Ilario Giuseppe Portaluppi —de segunda clase—.
Antes de que el primer bote hubiera sido arriado, Guggenheim había regresado a su camarote con su mayordomo, Victor Giglio.
Cuando Buss pidió explicaciones, Hames le contestó: "el oficial dio la orden de alejarse, y si no hago caso, me dispara.
[100] May Futrelle vio los últimos momentos de flotabilidad del moribundo transatlántico: Llegamos al agua sin apenas salpicar.
Nos animamos los unos a los otros con falsas esperanzas, mientras nuestros ojos nos decían que las hileras de luces se acercaban cada vez más al agua.
[99] Una vez el Titanic hubiera desaparecido bajo las gélidas aguas del Atlántico, Haines consultó a los otros tripulantes si debían de retornar para rescatar náufragos.
Aunque no existen sólidas evidencias para corroborarlo de forma fehaciente, diversos indicios parecen indicar que los padres del niño, Hudson y Bess Allison, desconocían que su niñera Cleaver se había llevado consigo misma al menor de sus dos vástagos para abandonar el navío.
[115] Otra pasajera, esta de segunda clase; Nellie Becker, se quejó por la manera en la que fue introducida a la embarcación junto a dos de sus hijos; en mitad del caos, su hija mayor se extravió y tuvo que ser embarcada en el siguiente bote.
El intento de una joven francesa por saltar al bote estuvo a punto de terminar en desgracia cuando no tomó suficiente impulso y se cayó por el hueco, sin embargo consiguió sujetarse a la borda y acto seguido fue reintroducida en la cubierta inferior del crucero.
Unos minutos después, varios otros hombres, no marineros, descendieron por los cabos sobre los pescantes y se lanzaron a nuestro bote.
No obstante, dos mecánicos; Thomas Ranger y Frederick William Scott, los cuales se encontraban cerca decidieron saltar por la borda, aunque fue este último quien cayó al mar.
[72] Otro pasajero varón, Daniel Buckley, consiguió colarse dentro del bote con la ayuda de una mujer, a quién erróneamente identificaría como Madeleine Astor, la cual le cubrió con un chal.
En aquellos momentos aún había cerca de 1.500 personas a bordo del Titanic para cuarenta y siete plazas.
[147] Por su parte, Edith Evans (de primera clase) le cedió su plaza a Caroline Brown, última pasajera en embarcar.
[151] Para entonces, el Titanic estaba considerablemente sumergido y se hundía rápidamente, estando a pocos minutos de resquebrajarse.
Los veinte minutos que siguieron, [...], estuvieron marcados por lamentos y gritos de ayuda, luego todo quedó en silencio.
Más tarde, él y su conocido Milton Long (1882-1912), de 29 años, se lanzaron por la borda casi al mismo tiempo.
Entre los fallecidos se encontraban Jack Phillips, jefe radiotelegrafista del buque; y David Livshin, un pasajero de tercera clase.
Entonces pudimos ver que el agua subía, la proa del navío se hundía y hubo una especie de explosión.