Se dan también la designación alternativa más conocida, la constelación a la que pertenece (en latín) y la fecha en la que se aprobó el nombre oficial.
Cada estrella que formaba parte de la figura recibía generalmente un nombre específico en relación con dicha figura, lo que es muy típico de la tradición astronómica árabe.
Las constelaciones del hemisferio austral, invisibles para los habitantes del hemisferio boreal, fueron nombradas con nombres de objetos mecánicos y técnicos de la época o con nombres de animales exóticos.
Durante la Edad Moderna, muchos astrónomos observaron que el cielo presentaba amplias zonas carentes de figuras; de ahí surgieron muchas constelaciones con más o menos éxito que terminaron finalmente en la lista de constelaciones históricas en desuso tras las normalización que la UAI estableció en 1930 y que fijó el número de constelaciones en ochenta y ocho y cambió el propio concepto de constelación para ser definido como una superficie de cielo, quedando este englobado en ochenta y nueve parcelas, ya que la constelación de la Serpiente está distribuida entre dos parcelas conocidas respectivamente como la cabeza y la cola de la serpiente.
Los nombres oficiales no suponen la eliminación de las designaciones de los diferentes catálogos que siguen siendo igualmente válidos.