Revuelta del 3 de febrero de 1522

Los antiguos comuneros, incluida María, seguían conservando las armas y el prestigio que la revuelta les había conferido.

Gutierre llamó a María Pacheco, y entonces Moyano se personó por fin frente a ella: Moyano alegó motivos: Finalmente, los moderados acabaron imponiéndose y la multitud se dispersó por las calles aledañas no sin antes pactar que traerían una culebrina, para casar el tiro San Juan.

Mientras tanto ambos interlocutores, junto con el licenciado Alonso López de Ubeda, salieron a pedir a María Pacheco que hiciese retirar nuevamente la gente reunida por Moyano.

Según dicho relato, el padre habría protestado ante este trato vejatorio, por lo que fue también detenido y condenado a la horca.

El arzobispo respondió enviando un emisario a la condesa de Monteagudo María de Mendoza, para que ella le hiciese ver a Pacheco —su hermana— cuan inconveniente era su actitud.

[12]​ Tanto la condesa como María Pacheco exigieron la inmediata liberación del condenado.

[15]​ Naturalmente eso no ocurrió, y la multitud, al mismo tiempo que prometió no dejar vivo a ninguno de los que apoyasen al arzobispo, tachó a Gutierre de traidor y lo amenazó con la muerte.

[nota 5]​ «Por Dios, que sería bien que cortásemos la cabeza á este traidor», llegó a decirle el notario Gonzalo Gudiel al alcalde mayor Godínez.

Ella se dispuso a hacerlo, temiendo que incendiasen la casa si no accedía, pero Gutierre, la condesa de Monteagudo y Núñez de Herrerla lograron contenerla.

María Pacheco, por su parte, aprovechó la refriega para a la mañana siguiente escapar de Toledo.

Poco después se exilió en Portugal con algunos criados, dónde viviría en extrema pobreza hasta ser acogida por el obispo de Braga y morir en 1531.

No se puede descartar que haya estado en connivencia tácita con el arzobispo de Bari.

[22]​ Por dos meses, persiguió con rigor a los antiguos comuneros que todavía permanecían en la ciudad.

María Pacheco recibiendo la noticia de la muerte de su marido en Villalar ; óleo del siglo XIX de Vicente Borrás.
Puerta del Cambrón, por la cual al día siguiente de la jornada de San Blas escapó María Pacheco.