La multitud agolpada en torno a la iglesia de San Miguel, sabiendo que Tordesillas había votado el servicio exigido por el monarca, destrozó el cuaderno que contenía sus explicaciones y terminó por estrangularle en plena calle.
[2] Fue este último grupo, el partidario «de la mano dura», el que finalmente acabó prevaleciendo.
Lo cierto es que dos días después Ronquillo regresó a la lucha y en esta ocasión con más soldados.
[6] Estas tropas se unieron en El Espinar a los 2000 hombres y 150 caballeros comandados por Juan Bravo.
Ronquillo, por su parte, se replegó hasta Arévalo para unirse al grueso del ejército.