[7] El período comienza con una dictadura cívico-militar "provisional" al mando del general José Félix Uriburu (1930-1932); su pretendida «legalidad» fue avalada por la Corte Suprema.
Lo sucedió el general –de origen radical– Agustín P. Justo (1932-1938), elegido en unas elecciones de dudosa legitimidad por una alianza denominada la Concordancia, formada por conservadores, radicales antipersonalistas, y socialistas independientes.
Durante este período, los gobiernos buscaron impedir que la Unión Cívica Radical pudiera volver al gobierno mediante proscripciones y fraude electoral.
Contra lo que sus promotores esperaban, la reforma llevó al gobierno a la Unión Cívica Radical, bajo el liderazgo del presidente Hipólito Yrigoyen; este llevó adelante algunas reformas económicas y sociales, que de todos modos no cuestionaban el modelo agroexportador.
Pero ese discurso se debía al apoyo que había necesitado del sector "liberal" dirigido por Justo y Sarobe.
[28] Sin embargo, a diferencia de los fascismos europeos, la derecha argentina consideraba que la clave del sistema político propuesto era el Ejército, y no organizaciones paramilitares.
Éste denunció que el vicepresidente Roca estaba dispuesto a ceder en todo frente al Reino Unido con tal de no perderlo como mercado.
[50] Estos éxitos en política exterior contrastan con la actitud del propio presidente, que pareció no dar ninguna importancia al frente externo.
Las primeras grandes empresas argentinas comienzan a cobrar importancia, como Di Tella, que fabricará electrodomésticos y automóviles.
En septiembre se realizaron las elecciones, en las que los incidentes con muertos y heridos, así como la intervención policial contra los fiscales de la oposición, fueron frecuentes; varias provincias estaban intervenidas, entre ellas Catamarca, al frente de la cual Justo había colocado al ultranacionalista y filonazi Gustavo Martínez Zuviría.
[59] En cambio, en las provincias de Tucumán y Córdoba había triunfado la Unión Cívica Radical, por la inexistencia del fraude o por su fracaso como estrategia.
El propio gobernador cordobés, Amadeo Sabattini, diagnosticó que la enfermedad estaba avanzando con sólo verlo en su visita a Córdoba.
Considerando a Ortiz fuera del cuadro de poder, Castillo respondió públicamente las acusaciones, en una actitud que no lo favoreció.
[85] La industria se desarrolló con gran fuerza, como sólo había ocurrido durante la Primera Guerra Mundial y bajo la dirección de Yrigoyen.
[87] La Segunda Guerra Mundial había dividído al Ejército –y a toda la sociedad argentina– entre los sectores neutralistas, proaliados y progermanos.
La prensa encabezada por el diario "Ahora", que estaba controlado por militares nacionalistas, siguió este suceso, con tono amarillista, realizando paralelismos entre la "depravación moral" de la sociedad y la decadencia moral del gobierno fraudulento de Castillo, aprovechando para atacar no solo a los conservadores sino a la democracia en sí, identificándola con "decadencia, corrupción, contubernio, amancebamiento, prostitución, sodomía y festichola".
En 1939, para asistir a una invitación noruega, la Argentina crea transitoriamente la Comisión Nacional del Antártico mediante el decreto n.º 35821.
Martínez de Hoz presentó la renuncia, pero pocas horas después la denunció y pidió una intervención federal, que le fue concedida: el general Pascual Pistarini lo repuso en su cargo.
Dos días más tarde, el presidente Justo pidió y obtuvo del Congreso la intervención federal de la provincia.
[117] Dell'Oro Maini organizó las elecciones, pero éstas fueron canceladas por la victoria de Honorio Pueyrredón en Buenos Aires; la dictadura no quería sorpresas.
[121] Tras la renuncia y deposición de Fresco, asumió la gobernación bonaerense el vicegobernador Raúl Díaz, que se limitó a organizar las elecciones para su sucesión.
Seguía en esto a Franklin Roosevelt: edificó decenas de hospitales, municipalidades, cementerios, iglesias católicas, escuelas, caminos y rutas pavimentadas.
No fue el caso de la Unión Cívica Radical Lencinista en Mendoza, que perdió influencia y se fue diluyendo, sin poder hacerle sombra a los demócratas.
Creció también la popularidad de las intérpretes femeninas: Sofía Bozán continuó su trayectoria exitosa iniciada en el período anterior, pero se sumaron Azucena Maizani, Tania, Libertad Lamarque, Tita Merello, Ada Falcón, Juanita Larrauri y Nelly Omar.
[164] Por fuera de ese grupo, Raúl Soldi, Lino Eneas Spilimbergo, Raquel Forner o Antonio Berni eran ya artistas consagrados, pero alcanzaron en este período su madurez estilística.
Más tarde apareció el Grupo Orión, con pintores neorrománticos con detalles surrealistas, como Vicente Forte o Bruno Venier.
[165] Entre los pintores no figurativos predominaron los dedicados a formas geométricas, como en los casos de Arden Quin y Gyula Kósice.
El triunfo de los insurrectos resultó innegable, y Castillo desembarcó al día siguiente en La Plata, donde firmó su renuncia.
En un primer momento todas las fuerzas políticas y sociales apoyaron el golpe, con mayor o menor entusiasmo, con la única excepción del Partido Comunista.
Lo mismo sucedió con Gran Bretaña y Estados Unidos que recibieron el golpe «con gritos de satisfacción», según refiere Sir David Kelly, embajador británico en Argentina en ese momento.