[5][6] Este nuevo edificio no fue concebido para convertirse en templo, sino en un tesoro destinado a albergar la colosal estatua criselefantina de Atenea Pártenos.
[9][10][11] En los edificios dóricos de mármol, la parte del entablamento situada sobre el arquitrabe estaba decorada con las metopas, que se disponían en alternancia con los triglifos.
La primera referencia literaria de la decoración escultórica del Partenón fue escrita por Pausanias en el siglo II a. C.; sin embargo, solo describió los frontones[21][22].
Además, si la decoración escultórica debía terminarse, no ocurría lo mismo con la pintura o los adornos de metal, que podían añadirse posteriormente.
Algunas parecen «antiguas», talladas aparentemente por escultores de mayor edad o más conservadores, aunque también podrían haber sido realizadas al inicio.
[36] En cuanto al coste económico, Robert Spenser Stanier propuso en 1953 una estimación total de 10 talentos por la realización del conjunto.[37].
[20][11] El Partenón fue destruido por un incendio en una época no determinada durante la Antigüedad tardía que causó graves daños, entre ellos la destrucción de la cubierta.
Las de los lados este, oeste y norte fueron sistemáticamente dañadas por los cristianos, que deseaban eliminar el culto a los antiguos dioses.
Dirigidos por el pintor Giovanni Battista Lusieri,[45] tenían como misión principal dibujar y modelar las antigüedades de Atenas, así como comprarlas.
Su alumno John Flaxman no fue tan escrupuloso y aceptó el encargo, aunque la restitución nunca tuvo lugar puesto que Elgin estaba arruinado en aquel momento.
Al mismo tiempo, Luis I de Baviera depositó en un banco londinense una suma destinada a comprar los mármoles si el gobierno inglés los rechazaba.
Las amazonas atravesaron el Bósforo e invadieron el Ática para liberar a su soberana, mientras que el ejército ateniense, dirigido por Teseo, habría conseguido frenar al invasor oriental.
[115] La metopa I muestra a la izquierda una figura humana muy deteriorada, donde solo queda la parte inferior del peplo, faltan los pies y el torso está muy dañado.
A la izquierda del todo, aparece en primer plano una figura de frente e inmóvil, que probablemente sea una mujer.
La figura humana es más bien una mujer que parece montar a la amazona, con el brazo izquierdo descansando sobre el cuello de la yegua.
[nota 20] La figura sentada viste un quitón cubierto por un manto largo, lo cual permite mostrar el gran trabajo escultórico de los ropajes superpuestos.
Además, en la XXXI, la figura masculina sedente sería Zeus y en consecuencia, en la XXXII se mostraría a Hera, en una hierogamia simbólica.
En la mano derecha sujetaría una lanza (un objeto de bronce añadido) con el cual estaría golpeando a un gigante, que habría caído al suelo e intentaría defenderse con su propio escudo.
Una composición equivalente se puede observar en el ánfora atribuida al pintor de Suessula conservada en el Museo del Louvre.
[153] El elemento fundamental de la metopa VI es una enorme roca, que al mismo tiempo forma parte del paisaje y constituye el arma empleada por Poseidón contra un gigante.
La placa número VIII está enormemente deteriorada; solo se adivinan un busto a la izquierda y un escudo en el cuarto superior derecho.
Se conserva muy poco del gigante para poder determinar su identidad, únicamente el busto y un fragmento de la cabeza.
Estas dos deidades, que en el friso están sentadas junto a Apolo, no han podido ser diferenciadas la una de la otra.
[161] De hecho, también se sugiere que sea Heracles, pues habitualmente está asociado a Eros, del cual sería su pedagogo.
En la esquina inferior derecha, junto a una pantorrilla, se aprecia claramente un pez, de donde podría deducirse que quizás el dios del carro sería Poseidón.
Según Katherine A. Schwab, este episodio se narraría en las metopas IV y XI, las únicas que tienen tres personajes en lugar de dos.
El centauro, encabritado, sujeta al lápita por la parte superior del cuerpo y tira con fuerza hacia atrás a su adversario, quien intenta huir.
[183][17][184] Los músculos abdominales del lápita están muy marcados pero el estilo, muy inexpresivo, recuerda al estilo severo de principios del siglo V a. C. Por consiguiente, el escultor que realizó esta metopa podría haber sido de mayor edad que sus colegas, o bien más conservador, o ambas cosas a la vez.
[185] En la metopa X, considerada de menor calidad, se representa la causa del combate: una mujer es raptada por un centauro,[26] quien sería calvo según el dibujo atribuido a Carrey.
[204] En la metopa XXXII, el lápita situado a la derecha se adelanta con determinación hacia el centauro de la izquierda, que intenta protegerse encabritándose.